jueves, 31 de diciembre de 2009

Bagan



Me sentía más abordando un viejo bus de trayecto rural que un avión hacia el interior de Myanmar. Un tipo grita en una puerta el número del vuelo y otro te pone un autoadhesivo de color amarillo con un elefante con alas. Este avión tiene hélices pero, a diferencia a los de Lao Airlines, éste da miedo.Una familia italiana mete ruido y filma este increíble avión. El vuelo de Yangon Airlines había sido arreglado por Toe y en Bagan nos recibiría un taxista amigo de él para llevarnos a un hotel. Luego de una hora de viaje aterrizamos en el pequeño aeropuerto donde nos someten a un no muy higiénico control de temperatura y al pago de un "impuesto" de US$10 por acceder a un sitio arqueológico. Dinero para la junta-me digo- y los escasos dólares que poseo disminuyen poco a poco. Efectivamente, un taxista nos espera para llevarnos al Aungmingalar Hotel, pequeño, sencillo y amablemente atendido hotel independiente ubicado en el sector llamado Nyaung U, frente a la Shwezigon Pagoda.

Hace calor, mucho calor. Decidimos recorrer el sector conocido como Old Bagan, que es donde están todas las construcciones que tanto habíamos escuchado, en bicicleta, al módico precio de US$ 1,5 al día aprovechando que en la tarde en algo la temperatura nos da tregua, y dejar un recorrido más extenso en carreta para el día siguiente, a US$12/día/ carreta (donde caben 2).

Las bicis son de esas antiguas, sin cambios, "vintage" según algunos pero acá parte del paisaje cotidiano, junto con las carretas, los monjes y unos destartalados camiones siempre repletos de cosas y personas con su motor al aire. Visitamos la pagoda dorada que estaba al frente del hotel, majestuosa en su enormidad y solitaria en cuanto a turistas se refiere. Un ejército de niños te ataca para servir de guías o para suplicar por algo de alimento mientras te cuentan que son huérfanos sin hogar ni familia. Un solitario japonés nos ruega con la mirada que nos llevemos a los niños a alguna parte para que pueda tener algunos segundos de tranquilidad. La pagoda está rodeada de edificiones menores donde se encuentran raras esculturas y figuras de seres mitológicos. Afuera un pequeño mercado con artesanías y otras cosas concentra la actividad mientras los lugareños realizaban sus actividades cotidianas.

Arriba: Calle de Bagán. Abajo: yo y mi bici vintage recorriendo los templos.

El sector de Old Bagan está deshabitado casi por completo. Antaño, la gente vivía y cultivaba entremedio de los cerca de 2.000 templos existentes en un área de 40km2 hasta que fue declarado sitio arqueológico el año 1975 luego de un terremoto y la población expulsada a la fuerza y relocalizada en el sector conocido actualmente como New Bagan. La presencia de tantos templos, casi todos del siglo IX de nuestra era, y con estilos arquitectónicos variados, se debe a que Bagan fue capital de varios reinos birmanos.

El sitio solo puede ser definido como de ensueño, una maravilla de la humanidad en un paisaje que parece sacado de un cuento de hadas, una atmósfera irreal que envuelve. Para donde mires hay templos y estupas, por donde entres encontrarás un Buda meditando y alguien te contará una historia de reyes antiguos. Para donde vayas encontrarás alguien dispuesto a vender alguna artesanía, pintura o postal, alguien que es capaz de seguirte kilómetros con tal de sacar una venta.




Gran Pagoda de Shwezigon, Bagan.

Luego del almuerzo consistente en arroz, carne y tomates preparados de forma tal que es todo solo uno, más una refrescante Star Cola (por el embargo no existen Coca-Colas, solo gaseosas locales) y una reponedora siesta empezamos nuevamente a pedalear hacia Old Bagan, seguidos cerca siempre por jóvenes que nos quieren vender una pintura, servir de guías o intercambiar mi sombrero por una artesanía. Insistentes, pero comprensible dada la dramática situación en que viven, al final los pocos turistas extranjeros que llegan a Bagan son una fuente de dólares e ingresos. Dentro de las murallas de Old Bagan prácticamente hay más templos que árboles, es cosa de subir a cualquier templo y ver decenas, sino cientos de puntas y cúpulas hasta donde llega la vista, relucientes mientras atardece y el cielo se llena de los colores más increíbles, todo se torna azulado, rosa un minuto después y amarillo al siguiente. Y cae la noche y algunos de los templos se iluminan. Nuestas bicicletas llegan a un gran templo, con enormes estatuas de Buda doradas que sonríen a medida que uno se aleja de ellas, con pinturas murales centenarias y luces de neón que entregan un toque atemporal a las figuras. Nuevamente me encuentro con el pie de Buda (solo me queda pensar que Buda era un gigante, por el tamaño de sus huellas).


Bagan de noche y de día, templos hasta el infinito.

Lamentablemente, no todos los templos están en buena situación. El sitio no ha sido considerado Patrimonio de la Humanidad a pesar de los esfuerzos de la Unesco en ese sentido, y el gobierno ha sacado provecho construyendo un par de hoteles de pésimo gusto (uno de ellos es una torre de observación, propiedad del yerno del jefe de la junta) y restaurando algunos y dejando en el abandono a otros.


Tanto templo y Buda puede resultar repititivo despúes de unas horas, pero no por eso menos asombroso.

Al día siguiente partimos nuevamente a ver los templos, ahora en carreta. Primero nuestros gentiles guías nos llevaron a un mercado donde la gente del pueblo comercializa sus productos y nuevamente sufrimos el acoso de los vendedores, incluyendo el de una señora sumamente anciana que fumaba un enorme cigarro que expelía inmensas cantidades de humo. Me escabullo para observar la trajín diario hasta que una chica me interrumpe mi andar y me empieza a seguir insistentemente tratando de vender cachibaches varios. He tratado con vendedores insistentes, pero Za-Za, como me dijo que se llamaba, les gana a todos, ella y sus mejillas amarillas insistió tanto pero tanto que logró venderme una caja redonda con portavasos de laca de mala calidad. Za-Za no tenía buen genio pero era amable al fin y al cabo, aunque al comprarle le dije: te compro, pero si me dejas sacarte una foto. Ok, me dice, y apenas terminamos la transacción se arranca corriendo lo cual lo tomé como una oportunidad de venganza: corro detrás de ella hasta que se rinde y acepta, de mala gana, sacarse la foto. Una gordita amiga de ella se acerca y pícaramente me dice que Za-Za tiene 23 años y es soltera. Me estoy metiendo en terreno complicado, me digo, y trato de despedirme de ella pero me insiste en que me lleve un recuerdo: una precaria peineta de sándalo, un regalo que no puedo aceptar pero ella insiste e insiste. Finalmente acepto, solo para engañarla y volver a depositar la peineta en su bolso, salir corriendo y no volver a verla nunca más.









El mercado y su actividad cotidiana. Abajo: Za-Za, la vendedora más insistente del mundo.




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Min, nuestro guía, nos explica la historia de cada templo y casi de cada Buda. Algunos de los sitios están en ruinas y tienen una atmósfera mística que te hacen sentir en tiempos remotos y misteriosos. Son tantos los templos, tantas las pinturas de mil años descascarándose, los Budas enteros y semidestruidos, las historias de reyes y princesas, y los siempre presentes vendedores, que luego de unas horas termino mareado y repleto de información que sé que olvidaré más temprano que tarde. En eso una joven muy delgada se me acerca para ofrecerme unas postales. Su suave sonrisa me acompaña un trayecto hasta que ingreso a un templo y exclamo en mi mejor español: ¡este lugar está repleto de murciélagos! solo para que ella, muy naturalmente, me responda en un correcto español: no son murciélagos señor, son golondrinas. Boquiabierto, le pregunto como me entendió solo para encontrar una sorprendente respuesta: claro que le entiendo, Ud habla italiano !!!

He-He, como me decía que se llamaba, me sigue y cada vez me insiste menos en sus postales, sabe que no las compraré pero al parecer disfruta de mi compañía, así como yo disfruto de su simpatía. Finalizado el recorrido, le digo "ahora seamos amigos" y le extiendo mi mano, mano que escondía un billete. Ella sonríe y se despide gentilemente de mí, deseándome un feliz viaje y regreso a mi país. Y mientras me monto en la parte de atrás de la carreta, su sonrisa sigue brillando entre templos y polvo.




Arriba: He-He, mi amiga vende postales. Abajo: más y más templos.

Un respiro entre tanto templo fue un corto paseo en bote por el río Ayeyarwadi para capear el calor y descansar la vista de tanto templo y Buda, solo para descubrir muchos templos en la orilla, chicos chapoteando en el agua y mujeres lavándose el cabello.



Arriba: paseo en bote. Abajo: uno de los maravillosos atardeceres en Bagan, el lugar más mágico de este viaje.

Exhausto, comemos algo en un hermoso y relajante restaurant y a dormir, mañana nuevamente a arriesgar la vida en Yangon Airways y su logo con un elefante blanco alado para llegar al lago Inle y retroceder aún más en el tiempo.

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Myanmar: Yangon 2



Birmanos usando longyi caminando por la gran pagoda de Shwedagon

Una vez dejadas nuestras maletas en el hotel y depositado toda nuestra confianza y nuestros escasos dólares en las manos de Toe para que nos organice un viaje hacia Bagan e Inle Lake, éste nos lleva a almorzar a un lugar muy especial. Pasamos por fuera de la gran pagoda Shwedagon la cual luego visitaría y nos encaminamos a un pequeña calle donde entramos a un pequeño local , una verdadera "picada" con la comida con la mejor relación precio/calidad que he visto en mi vida. Lejos lo mejor de todo era un sabrosísimo estofado de cabra y un pote de maní con una especie de puré de hierbas bastante salado. Una maravilla a los sentidos, nuestra mesa quedó repleta de colores, olores, sabores y texturas nuevas para nosotros y que disfrutamos devorándolo todo.


Arriba, disfrutando de la gastronomía birmana. Abajo, imagen de la gran pagoda.

La gran pagoda Shwedagon es un enorme complejo de edificios dominado por la estupa Shwedagon Paya que con sus 100 metros de alto y completamente bañada en oro no deja indiferente a nadie. La leyenda indica que fue construida después de la muerte de Buda cuando dos hermanos llegan con ocho pelos de él como reliquia. Actualmente la estupa está rodeada de diferentes edificios y templos, todo ricamente decorado con cientos de esculturas, relieves y figuras. En la punta de la estupa un hti o corona, con diamantes y rubíes remata el conjunto.
Para entrar es obligatorio sacarse zapatos y calcetines, además de zafarse de los "guías oficiales" que gentilmente se te acercan. Digamos que ir a un baño público, en Myanmar, descalzo, es algo que podríamos considerar "una aventura", menos mal que hace calor y el contacto de la planta de mis pies con las baldosas calientes me dan una sensación de que mi piel se está esterilizando.

Pagoda Shwedagon y joven birmana rezando.

Entro y no alcanzo a maravillarme cuando suenan los truenos y se larga una lluvia de los mil demonios. Busco protección y un monje joven me hace señas y me invita a pasar a una sala abierta donde se realizan oraciones. Entramos Miguel y yo. Bueno, ese día solo estaba con él luego de que tratáramos de conseguir dólares infructuosamente en el único lugar en todo el país donde se puede utilizar una tarjeta de crédito y luego nos perdiéramos en los alrededores de la pagoda. Se nos acercan dos jóvenes quienes dicen ser estudiantes de filosofía budista, ¡suerte la mía! digo yo, por fin podré experimentar una "real buddhist experience" como corresponde, en un lugar no mancillado por la cultura occidental. Iluso. El monje y sus alumnos nos invitan a dar una vuelta siguiendo el sentido contrario a las agujas del reloj y nos explican la historia y nos hacen preguntas sobre Chile, su clima, las comidas, ¿hay budistas allá? y ese tipo de cosas. Los birmanos poco y nada saben sobre el resto del mundo y prácticamente toda su fuente de información son los pocos turistas que se arriesgan a venir por estos lares, así que recuerdo las palabras de Toe y hablo de la democracia que hay en Chile y que tenemos presidenta mujer y.....recuerdo que estoy en una dictadura, no sé con quien estoy hablando y temas como "democracia" y "Aung San Suu Kyi" puede significar que mi gentil estudiante de filosofía termine preso y/o torturado. Seguimos recorriendo, me hacen participar de algunos ritos (creo que soy budista sin darme cuenta) y finalmente me piden una "cooperación" para comprarle una nueva túnica al monje porque iba a un congreso budista a la India. Pago con dolor algunos kyat, esos largos y viejos billetes que afuera del país no vale absolutamente nada, y bueno.....luego de eso me doy cuenta de la cantidad de monjes y esudiantes de filosofía budista que dan vuelta, incluyendo a un viejito que me dijo que no confiara, que en ese país nada es lo que parece. Creo que lo más me dio pena es que los tipos en realidad eran simpáticos, no eran en lo absoluto tontos sino que eran muy curiosos, me hicieron preguntas muy interesantes, me contaron sobre su vida, de lo práctico que es usar longyi, de su interés en la filosofía, etc., y el gesto de pedir cooperación al final ensombreció algo que en un inicio pensé que era puro altruismo. Seguramente pequé de inocente, o quería creer que la gente de este país eran inmaculados. Entristecido porque sentía que la gente se acercaba a conversar solo para obtener dividendos económicos empiezo a recorrer los edificios exteriores solitariamente solo para encontrarme con Jose y Tere recorriendo la pagoda con "mis" estudiantes de filosofía.

Arriba, haciendo un ritual en el Buda que me corresponde por mi día de nacimiento. Abajo, mas escenas de la pagoda, Miguel y yo posando con nuestros amigos birmanos y una de las entradas al complejo de templos.

Advertidos del palo que se viene al final, los espero un largo rato a la salida mientras observo a los peregrinos y vendedores, creyentes y uno que otro turista (¿ese no venía en el avión con nosotros?) y la tarde se va lentamente, muy lentamente mientras el cielo se oscurece y solo brilla la estupa dorada sobre una oscura y ajetreada ciudad.


Myanmar : Yangon


¿Fue ético haber visitado a Myanmar? Esta pregunta se repitió en mi cabeza durante los días que visité el país y después de haberlo dejado siguió insistiendo en mi mente, ¿fue ético haber apoyado, aunque fuse involuntariamente, la situación política actual del país? ¿Hubiese sido mejor haber seguido las recomendaciones de los diferentes organismos internacionales que llaman a un boicot total contra la junta de gobierno, o Thaung y Toe tienen razón respecto de que cada turista es una esperanza para ellos? Aún hoy no lo sé. El viaje a través de Myanmar fue bastante más que un simple viaje de turismo, fue un viaje a través del tiempo, un viaje a través de la historia y también a través de las personas más hermosas y amables que jamás pensé en conocer. Creo que es imposible ir a Myanmar y que algo no cambie en ti, algo hace click en tu interior y descubres que los atardeceres de Bagán, la sonrisa de He-He, y la hospitalidad de Phyu no se te pueden borrar de la mente y pareciese que todo lo que viví nunca sucedió sino sólo en un sueño, en un largo y extraño sueño.

Ir a Myanmar es retroceder 30 años en el pasado. Si tuve antes esa sensación al observar el desamparo y retraso de Cambodia, ahora se hace más patente que nunca el sentir que he viajado en el tiempo. A pesar de la aparente modernidad que impregna el ocioso aeropuerto internacional de Yangon (construido como parte de una campaña para atraer 500.000 turistas, campaña que terminó en fracaso debido al boicot internacional) solo bastan unos segundos para percatarse que acabas de entrar en la dimesión desconocida. Pasados los controles de rigor aparece la clásica horda de taxistas, pero todos ellos llevan en vez de pantalones un sarong largo y ajustado, amarrado adelante, que denominan longyi. Aparece de la nada un mesón con un tipo con cara de funcionario burocrático para cambiar dinero y me percato que lo que nos dijieron es real y estoy en un apuro: en Myanmar no hay cajeros automáticos y si no tienes US dollars no tienes dinero simplemente......¿Sobreviviré todos estos días con apenas US$ 300?


Calles de Yangón, vistas desde mi hotel.

El azar nos llevó a él, el destino nos hizo confiar y nos recompensó con creces. En vez de seguir al taxista que nos ofrecía viaje gratis hasta un hotel determinado preferimos al tipo flaco y con dedos deformados que nos ofrecía llevarnos a cualquier hotel, pero no gratis. Resultó ser Toe quien trabaja junto a su socio Thaung manejando taxis y minibuses. Tranquilamente en el viaje Toe nos conversa, nos pregunta si conocemos la situación del país, de la pobreza de la gente, de la corrupción del gobierno, la represión a la disidencia política, de los abusos en contra de los derechos humanos, de los palacios de los militares y de la miseria de la gente común y corriente. Hasta que dice las palabras mágicas: ¿Conocen a la madame?

Aung San Suu Kyi, la "madame", es la indiscutida líder de la oposición birmana al autodenominado eufemísticamente "Consejo para la Paz y el Desarrollo del Estado", la junta militar dirijida por el general Than Shwe y que gobierna el país desde el año 1988. Hija del padre de la independencia del país, ella y su partido, la Liga Nacional para la Democracia, ganaron las elecciones del año 1990 con una abrumadora mayoría pero los militares simplemente no reconocieron el resultado y declararon nulo el proceso, recluyéndola en prisión domiciliaria. Antes que partir al exilio, ella ha preferido mantenerse al lado del pueblo y ser testimonio viviente de la lucha pro democracia pacífica, basada en una moral inquebrantable basada en lel ideal del "bien y lo justo". Liberada brevemente el año 1995, prefirió no recibir el Premio Nobel de la Paz que había ganado el año 1991 ya que sabía que si salía del país no podría volver a él. El año 96 volvió a su reclusión domicilaria soportando la muerte de su marido inglés (a quien se le negó la visa para verla por última vez) o la separación de sus hijos.


Aung San Suu Kyi (foto sacada de google)

Actualmente sigue en reclusión domiciliaria, intentando dialogar con los militares, llamando a la participación de los ciudadanos y la protesta pacífica. Un inglés, supuestamente luego de un sueño premonitorio, cruzó el lago donde está ubicada la casa de Aung San Suu Kyi y entró furtivamente a su residencia, violando con esto la prohibición de la líder de tener contacto con extranjeros. El resultado fue una nueva condena de arresto, lo que le impide participar de las próximas (y seguramente fraudulentas) elecciones, donde se deberíá ratificar la nueva Constitución del país. ¿Curioso, no?

Toe nos contó que era un estudiante de la entonces llamada Universidad de Rangún para las protestas del año 88. Las razones por las cual ahora es un taxisa las desconozco. Nos pidió muy humildemente que no usáramos los servicios turísticos estatales y que nos llevaría a un hotel "independiente" que aún no es propiedad del gobierno, y que nos podía armar un tour sin necesidad de contratar alguna agencia estatal. Sospeché un poco ¿porqué nos hablaba tan suelto de lengua a un grupo de extranjeros de un país de un rincón perdido del mundo?¿no estará tratando de ver si somos activistas o periodistas?

Nos llevó al Yoma Yangon Hotel, humilde pero confortable hotel ubicado en el centro de la ciudad. Yangon era conocida antiguamente como Rangún y fue durante muchos años la capital del país hasta que la junta decidió, por razones que van desde lo táctico hasta lo superticioso, cambiar la capital a una pequeña villa en medio de la nada: Naypyidaw, un lugar que según muchos busca eternizar el régimen basado en "la geometría y la topografía". El régimen cambió también el nombre del país de Birmania o Burma a Myanmar, ya que los otros nombres son considerados "coloniales". La ciudad sigue siendo la ciudad más poblada y el centro comercial del país.

Casi todos los edificios son antiguos y de varios pisos, herencia del colonialismo inglés, y están a bastante mal traer. Se ve poca influencia extranjera y practicamente todo está escrito en su incomprensible alfabeto. Noto influencia india y también china en las calles, muchas de ellas a mal traer y llenas de baches y basura. Todos los hombres usan orgullosos sus longyis y las mujeres usan sus también ajustados sarongs junto a sus rostros pintados de amarillo lo que las hace lucir sumamente graciosas. Lo del color amarillo es por una crema que se obtiene de un árbol y se utiliza como maquillaje y protector solar. Todos los autos son viejos y en general la ciudad se ve descuidada, casi abandonada a su suerte, con antiguos edificios ministeriales con árboles creciendo de sus techos y una maravillosa catedral cercada y abandonada. Lo único que áun resplandece son las pagodas y templos y el carácter afable y sencillo de las personas que nos miran con curiosidad por las calles. Claro, ellos deben saber distinguir a un indio, a un chino o a un "gringo" pero a alguien como yo.....¡quizás que diablos debo parecer, un ser de raza indeterminada! Y la gente se da vueltas para mirarme especialmente las mujeres cosa que no sé si llenarme de orgullo o entristecerme.

Y recorriendo las calles recuerdo las historias que leí y escuché antes de llegar acá: los campos de trabajos forzados y "re-educación", represión a la disidencia política, torturas y muerte, la cleptocracia que hace que todo el dinero termine en manos de unos pocos mientras la población apenas subsiste, el abandono que sufrió la población cuando el ciclón Nargis arrasó con parte del país (se estima en más de 100.000 los muertos, el gobierno no permitió el ingreso de organizaciones de ayuda internacional, la poca ayuda que ingresó terminó en manos de los militares), y el acoso que sufren las minorías étnicas, aterrorizadas por los "ejércitos de violadores" que raptan mujeres de estas minorías las cuales son rifadas en los cuarteles para ser esclavas sexuales y sometidas a trabajos forzados y todo tipo de vejámenes, para luego ser ejecutadas o abandonadas. El ejército combate contra grupos insurgentes, utilizando a pobladores y campesinos como escudos ante ataques y ante la presencia de minas terrestres. Las violaciones y destrucción de poblados son comunes huyendo la población a países como Tailandia donde no siempre son considerados refugiados políticos. Muchas de las carreteras, hoteles y atracciones con que la junta quiere atraer más turistas son construidas con mano de obra esclava (prisioneros políticos) y se sabe que muchos de ellos mueren debido a los trabajos forzados. Enumerar el enorme listado de atrocidades es para deprimirse y perder toda confianza en los humanos como especie, pero ahí están figuras como las de Aung San Suu Kyi para recordarnos que ante las injusticias la fortaleza moral es más poderoso que cualquier ejército.

Y con estos pensamientos inicio mi viaje por el país, donde además de Yangón conocí Bagán, un lugar mágico y espiritual, y el lago Inle, donde retrocedí más que 30 años en el pasado.

Para que aprendamos algo , así se escribe Chile en birmano.

martes, 22 de diciembre de 2009

Chiang Mai- Tailandia


Monumento a los Tres Reyes, Chiang Mai.

Ya estaba empezando a extrañar la mirada omnipresente de Rama IX. Nuevamente en Tailandia, es la tercera vez que entro a este país y las cosas que me sorprendieron la primera vez ya no me parecen tanto. Chiang Mai es la ciudad más grande e importante del norte de Tailandia, importante centro comercial y cultural del país y una ciudad que, a primera impresión, se nota más ordenada y limpia que las caóticas calles de Bangkok, pero también más pueblerina y menos cosmopolita. La ciudad también es conocida por las atracciones que existen a su alrededor y ser base para los grupos que viajan hasta el remoto, y a veces peligroso, triángulo dorado.
Por esas casualidades de la vida llegamos un domingo, justo el día del famosísimo Sunday Market. Luego de dejar nuestras cosas en el SK II Guesthouse caminamos algunas cuadras hasta toparnos con los locatarios que ya estaban colocando sus cosas en la calle y veredas. Estábamos en la parte antigua de la ciudad, la cual es un cuadrado rodeado por restos de una alta muralla y un foso de agua. El Sunday Market es una feria realmente enorme y diversa, donde uno es posible encontrar prácticamente de todo: una inmensa variedad de artesanías, ropa y poleras tan originales como mi estampado de "Dj Bruce Lee", deliciosa comida callejera que incluían cucarachas de 10 cms de largo y larvas de diverso tipo, etc. Son las 6 pm y el mercado ha empezado a hervir en actividad hasta que de un momento todo el mundo se detiene, el ruido desaparece en un instante y por los parlantes callejeros un himno empieza a sonar: es el himno real, que suena todos los días a las 6 pm y es escuchado con respeto por todos los ciudadanos. Luego me entero que sucede lo mismo en los cines, antes de iniciar una película suena el himno nacional y todos lo escuchan de pie. Lo mismo en la televisión, lo cual pude comprobar unos días después cuando ya de noche prendí el televisor y una canción cuyo coro decía "king of kings" resonaba mientras la pantalla mostraba diversas imágenes de la vida de Rama IX.

Sunday Market y algunos de sus "deliciosos" productos.

El market vuelve a su actividad normal, bulliciosa y sorprendente. Jóvenes se pasean abrazados, riéndose y sintiéndose seguros de si mismos como cualquier adolescente, siempre del mismo sexo ya que andar toqueteándose hombres y mujeres en público no es muy bien visto. No es que todos los jóvenes sean gays o lesbianas, pero existen ciertos pudores respecto al tema a pesar de lo relajados que son los tais en temas sexuales. Entremedio de los puestos relucen las puntas doradas de templos y pagodas que están por todos lados: Wat Chiang Man, Wat Phra Singh, Wat Suan Dok y otros más. Por ahí leo una placa conmemorativa de una visita real el año 2550 y recuerdo que estoy bajo otro calendario. Bienvenido nuevamente a Tailandia.


Diversos templos de Chiang Mai. El letrero comprueba que estuve en el futuro, incluso en la foto de abajo se puede observar un extraño rayo saliendo de la pagoda.

Luego de semanas de intenso viaje ya estabamos un poco exhaustos y a veces los ánimos se caldeaban en el grupo, cosa que se exacervaban con cosas como un viaje medio mula que consumió alguno de nuestros baths. Terminamos ese día, algunos más enojados que otros, en un lugar llamado Baan Tong Luang.

¿Se han sentido alguna vez estar dentro de un zoológico humano? Para bien o para mal, yo estuve en uno. La curiosidad ganó y entré a una villa donde, supuestamente, uno podía ver la forma de vida tradicional de una tribu de las montañas. Extrañamente, en ese lugar habían varias tribus juntas, cinco para ser exacto, como los Hmong, Lisu y Karen (o Kayan), ésta última la "guinda de la torta". Y así uno pasaba de cabaña en cabaña donde siempre sonrientes viejecillos te enseñaban a machacar unos granos, a hilar o a disparar con una flecha, siempre con sus ropajes tradicionales. Y de cabaña en cabaña era como pasar de jaula en jaula, y no podía dejar de pensar que estaba en un zoológico humano, donde estos remanentes de las tribus de las montañas exhibían su ancestral forma de vida como atracción a tontos turistas como yo. Pero, ¿cuál es la alternativa? , las montañas del norte de Tailandia son zonas peligrosas y pobres, con altos niveles de desnutrición y desamparo, y controlados por señores de la droga (si se pueden conseguir el documental "Buddha's Lost Children" tendrán una imagen de lo que hablo) y acá por lo menos viven seguros, ganan dinero y mantienen algo su cultura. Luego de pasar unos arrozales uno ingresa al "plato fuerte", a la tribu Karen y sus famosas "mujeres jirafas".

Miembros de diferentes tribus de las montañas. La niña insistía en quedarse con mi cámara.

Las mujeres ocupan pesadísimos collares con objeto de deformarles el cuerpo y hacer parecer que sus cuellos son más largos de lo normal ( en realidad aplastan los hombros). Y ahí están en unas chozas construidas ad-hoc donde hace algunas actividades diarias como hilar o criar a los hijos mientras uno las puede ver o sacarse fotos con ellas, sus largos cuellos y sus tristes sonrisas, condenadas a ser objetos en vitrinas. No dejo de sentirme mal, aunque luego, a los pies de una pequeña capilla católica, recuerdo la inscripción a la entrada y algo de la historia de la zona y me digo: frente a lo que han vivido, esto no es tan malo.

Mujeres Karen con sus "cuellos estirados".

Los Karen no son tailandeses, sino que provienen de Myanmar, específicamente en los estados de Shan y Kayah. El origen del uso de los collares proviene, según algunos, de una protección contra el ataque de tigres o para hacerlas menos apetecibles para los traficantes de esclavos birmanos. Sin embargo, al parecer solo tendría un fin estético y de estatus, además de restarles movilidad lo que hace que estén obligadas a permanecer en casa. A pesar de lo horroroso que puede ser ver a una mujer con su cuello muy estirado, varias de las muchachas poseían rostros verdaderamente hermosos. El grupo presente huyó desde Myanmar huyendo del acoso del gobierno y su política de birmanizar por completo del país a la fuerza, lo cual incluye prácticas francamente horrorosas que en mi vida pude haberme imaginado (me explayaré más sobre esto cuando relate mi visita a Myanmar). De ahí que sean cristianos, ya que odian a sus enemigos birmanos budistas. Existen varios grupos armados que tratan de protegerse del ejército birmano, como es el Ejército de Liberación Karenni y partidos como el Partido Nacional Progresista Karenni, que llevan luchando 40 años contra la agresión birmana en una guerra cruenta y despiadada. Muchos huyen al exilio en Tailandia donde no se les reconoce siempre su condición de refugiados, condenados por ende a la miseria y a la explotación. Frente a esto, el que las mujeres Karen sean exhibidas como animales no parece tan malo. Sin embargo, muchas de ellas viven abusos y bajo la constante humillación de ser tratadas como animales de circo más que como personas.

No me pueden negar que la mujer de la última foto no es una belleza, a pesar de su cuello.

Al día siguiente tomamos un tour hacia una reserva donde mantienen a un grupo de elefantes los cuales están amaestrados para hacer cosas como jugar fútbol o pintar un cuadro (cuadros que luego vendían bastante caros). El espectáculo continuaba con un paseo arriba de un elefante nuevamente y en una carreta, para después recorrer el río cuyo nombre no resgistré en una endeble balsa de juncos, almorzar rico y luego visitar un jardín de orquídeas, las cuales se dan como maleza en estos rincones del mundo.

Elefantes multiuso, pintan y transportan.

Y Tailandia quedaba nuevamente atrás con sus bellezas y contradicciones, y se iniciaba lo que considero fue la parte más hermosa y fuerte de este viaje: Myanmar.