lunes, 29 de marzo de 2010

Hong Kong




A pesar de su reducido tamaño, cinco horas no son suficientes para conocer Hong Kong, especie de ciudad-estado que actualmente posee el estatus de SAR (Región Administrativa Especial) dentro de la República Popular China. Una especie de estado independiente pero a la vez parte de otro país, porque tiene su propia administración, su propia moneda, su propia bandera y definitivamente su propia onda, pero a su vez es parte integral de la RPC.

Hong Kong es una selva de cemento, edificios y rascacielos que crecen aprovechando cada centímetro de terreno, cosa que me recuerda en cierta medida a Singapur. La ciudad posee una alta densidad poblacional, ostentando el sector de Kowloon el récord de 43.033 hab/km2 (en comparación, Santiago de Chile tiene una densidad de 8.464 hab/km2). Estoy entusiasmado y me mentalizo para tratar de aprovechar al máximo las pocas horas antes de nuevamente abordar un Cathay Airways para cruzar el Oceáno Índico. Me bajo en la estación de trenes correspondiente para recorrer el sector llamado Kowloon y trato de salir del laberíntico centro comercial que le precede cuando se me vienen a la cabeza tres nombres: Bruce Lee, Jackie Chan y Miu. Me imagino que a los dos primeros los conocen de sobra: megaestrellas del cine hongkonés, protagonistas de películas que entretuvieron varias de mis tardes infantiles y adolescentes con sus patadas y trucos de artes marciales, son considerados los máximos ídolos en estos lares, tanto así que en pleno paseo de las estrellas (sí, hay un paseo de la fama de Hong Kong) nuestro querido Bruce posee su propia estatua, muy cerca de la tienda donde venden merchadasing de Jackie. Y bueno, ahora viene la pregunta ¿Y quién diablos es Miu? Bueno, Miu era una chica de Hong Kong que conocí en Oz mientras ella estudiaba inglés, y que en mi opinión tenía una forma de ser bastante diferente de mis otras amigas chinas, incluso de aquellas con las cuales tenía más cercanía cultural como mis amigas de la provincia de Guandong (en ambas partes tienen como lengua materna el cantonés y no al mandarín, además de compartir gastronomía y folclore). Porque a la mentada Miu le gustaba tomar cerveza y fumaba bastante, era buena para conversar y tenía un estilo bastante particular de vestirse. Digamos que carecía de ese recato y cierta distancia con que encaraban las relaciones sociales el resto de las chinas. Pensando en esto me recuerdo de Sher Lam, también ciudadana de esta ciudad, y a que pesar de ser más tranquila no era precisamente tímida (no piensen mal, en chileno podríamos decir que era “buena para la talla”, a alguien se le ocurrió enseñarle la palabra huevón y me estuvo tratando de “oye huevón” varias semanas). Y esto es normal, considerando que en Hong Kong existen mayores libertades civiles que en el resto de la RPC y que cargan también con una importante influencia inglesa debido a la ocupación de este país por más de 100 años posterior a las Guerras del Opio en el siglo XIX . De ahí que se considere a Hong Kong una excelente plaza para iniciar negocios en esta parte del mundo al combinar la herencia cultural china con un estilo occidental de realizar business, además de poseer una gran libertad comercial y respeto jurídico a la propiedad privada.

Kowloon y esatua de Bruce Lee en el paseo de la fama.

Veo una larga fila de personas esperando ingresar a una tienda Louis Vuitton. Al frente un centro comercial tiene como tiendas anclas a Tiffany y Rolex. La batería de mi cámara está a punto de morir y recuerdo con espanto que mi otra batería está descargada, demonios. Me saco algunas fotos con la imagen más reconocible de Hong Kong (la selva de rascacielos del Distrito Central y la bahía de fondo) y luego mi cámara muere. Recorro este paseo de la fama observando a los niños danzar, a artistas callejeros cantar, a las parejas tomadas de la mano pensando en el futuro, a los vendedores de pescado frito y dulces mientras cae la noche y los rascacielos adquieren protagonismo al encender sus luces. Fotos y más fotos junto a mis amigos y una cerveza para calmar la sed, ya es hora de volver. Nuevamente un aeropuerto me espera, y un vuelo largo para entrar en la verdadera dimensión desconocida: India.



miércoles, 17 de marzo de 2010

Melbourne

La primavera aún no había llegado a Melbourne cuando arribé a sus calles. Resentí del frío reinante luego de haber pasado un mes inserto en el calor y la humedad omnipresentes del sudeste asiático, donde estar transpirado era lo común y jamás me puse un pantalón largo. Ni siquiera los tres cortos y lluviosos días que pasé en Brisbane luego de abandonar Bangkok me prepararon para volver a sentir las inclemencias del invierno, inclemencias que el suave clima de Brisbane me habían hecho olvidar un tanto. Pero ahí estaba yo, con mi maleta con ropa más gruesa guardada fielmente por Paul, el buildingkeeper de mi edificio en Toowong, dispuesto a iniciar la segunda parte de este viaje, cuyas características difieren completamente de lo anteriormente vivido. Esto porque iniciaba un período de study tour organizado por la Business School de la University of Melbourne, que era parte de mi beca y por lo tanto actividades oficiales que debía sí o sí cumplir, cosas como asistir a clases y hacer trabajos. Y segundo, porque me volvía a encontrar con el resto de los compañeros con los cuales inicié esta verdadera aventura hace ya largos meses. Un reencuentro repleto de risas, acompañadas por supuesto de cervezas y las historias que cada uno de nosotros, ya sea en Australia, USA o UK, habíamos vivido durante el año.

Arquitectura antigua y moderna se funden en la CBD de Melbourne.

La ciudad es la capital del estado de Victoria y es cruzada por el río Yarra. Su centro histórico cuenta con un sinnúmero de edificaciones de corte victoriano, los cuales junto al Tram (tren ligero urbano) le da un aire bastante peculiar a la ciudad, siendo en mi opinión bastante diferente a Sydney o al mismo Brisbane. Como buena ciudad australiana, existe una alta calidad de vida, repleta de parques y una multiculturalidad fácilmente palpable en las calles, con fuerte presencia india, china y griega, entre otras múltiples nacionalidades. Su CBD (City Business District) cuenta con altos y modernos rascacielos que se conjugan graciosamente con la arquitectura tradicional de la ciudad. Era, en fin, una ciudad vibrante, repleta de actividades culturales e interesantísima de conocer si no fuese por el frío y por las clases. Porque claro, ahí estaba sentado en una sala mientras Mark, nuestro anfitrión, nos habla de las características del ambiente de negocios de la India un día, de China otro, y así durante una semana, pasando desde el marketing hasta una pequeña clase de chino mandarín. También tuvimos actividades de otro tipo, como una cena de bienvenida con sabrosos vinos australianos y la autóctona carne de canguro, y salidas “culturales” hacia museos y parques. Además, como es debido, organizamos nuestras propias actividades de recreación, recorriendo bares y conociendo la vida nocturna de la ciudad, actividades que hicieron disminuir mis horas de sueño considerablemente. Una visita al palacio sede del gobernador del estado de Victoria, el cual es el representante de la reina en el estado (un cargo con más honores que poderes) me hizo vestirme de “etiqueta”, lo cual es un decir siendo que mi equipaje era mayormente poleras y ropa de verano, por lo que tuve que improvisar con la poca ropa semi formal que tenía. Un palacio lujoso y grande que ha sido, al parecer, usado solamente una vez por la reina en alguna visita ya lejana. Posterior a eso pude arrancarme a una magnífica exposición de Dalí que resultó ser una verdadera fiesta a los sentidos. Corriendo y comiendo un gyro a la pasada logro llegar junto a mi partner Daniela al rascacielos corporativo de nuestro sponsor, quien indirectamente hace posible la existencia de este blog, al permitirme estudiar en el extranjero y pagarme mi ticket oneworld (lástima que mi schoolarship haya finalizado!!).

Su servidor con la reina de Inglaterra y Dalí.

Pero como no todo puede ser clases en mi vida, nos invitan a todo el grupo a realizar un pequeño tour por los alrededores de la ciudad. Después de un par de horas llegamos a una impresionante granja eólica propiedad de una empresa australiana dedicada a la producción y comercialización de energías limpias, cuyas operaciones ya incluyen nuestro país. Luego de casi salir volando por el fuerte viento reinante nuestro viaje siguió hasta una de las viñas presentes en la zona para degustar algunos mostos y ver las parras podadas sin ni siquiera una pequeña yema abriéndose paso entre los sarmientos. Y finalmente, para alegría de mis compañeros que no estudiaron en Oz, un pequeño zoológico repleto de canguros, wombats, serpientes y koalas que además de dormir y dormir en este caso también se movían.

Granja eólica y diferentes animalejos australianos: canguro, wombat, demonio de Tasmania y koala.

Y la semana en “Melba” pasó rápido, muy rápido. Sin casi darme cuenta, ya estaba con mi maleta nuevamente armada, mandando cosas para Chile en una caja que tuvo un viaje eterno por el mar, llegando de madrugada al aeropuerto, gastando los últimos aussie dollars, y embarcándome junto a todo el grupo con destino a Hong Kong, escala de 8 horas antes de ingresar a un universo completamente diferente a lo que había experimentado: Bangalore, India.