martes, 27 de octubre de 2009
Bangkok 2
lunes, 19 de octubre de 2009
Bangkok
Nuestro primer destino en nuestro viaje fue Bangkok, capital de Tailandia. Luego de un largo viaje (incluyendo un largo retraso en Kuala Lumpur) pudimos arribar al enorme y moderno aeropuerto de Suvarnabhumi, que se distingue por su moderna arquitectura y por su intenso tráfico que se refleja en decenas de aviones procedentes de todo el mundo. Como era cerca de la medianoche tomamos un taxi para llegar a nuestro hostal, el que resultó una agradable sorpresa. A pesar de estar alejado de Khao San Road, la meca del mochilero y donde se concentran la mayoría de backpackers y hoteles, el Udee Bangkok es un pequeño rincón de tranquilidad en medio de las ajetreadas y siempre bulliciosas calles de la ciudad. Con no más de cuatro meses de funcionamiento y atendido por sus dueños, permite una estadía tranquila, barata y acogedora en sus instalaciones, además de proporcionar abundante y confiable información sobre la ciudad. Lo bueno de su ubicación es que se encuentra bastante cerca del Chatuchak Market, uno de los mercados más grandes del mundo que funciona solo los fines de semana.
Y hacia allá dirigimos nuestros pasos a la mañana siguiente. Con casi 5 mil puestos, es posible encontrar desde de chucherías a artesanía de calidad, desde ropa de segunda mano a poleras con diseño, discos, antigüedades y plantas son ofrecidos en los distintos pasillos. Buenos precios y el omnipresente regateo dan vida a este mercado. Variados puestos de comida Thai permiten una alimentación deliciosa por no más de US$3 (incluyendo cerveza local, llámese Chang o Singha). Por su enormidad y variedad es mejor pensar bien que quiere ver o comprar, o se corre el riesgo de perderse infinitamente por sus largos pasillos. Porque muy interesante será, pero Bangkok ofrece un sinnúmero de atracciones para recorrer y vivir.
Algunas imágenes del Chatuchak Weekend Market
Los 8 millones de habitantes de la ciudad realizan buena parte de su existencia en las calles. Cada cuadra y cada esquina esconden alguna sorpresa, porque si hay algo que me sorprendió de la ciudad es la extraña cohabitación de lo sagrado y mundano. Así, los templos conviven con vendedores ambulantes o prostitutas mientras los monjes recorren la ciudad hablando por celular, todo bajo la omnipresente mirada de Bhumibol Adulyadej, Rama IX, soberano constitucional de Tailandia. Gigantografías del rey o de la familia real adornan las calles y es común encontrarse con la cara del rey en tiendas, kioskos o incluso al interior de los hogares. Bueno, y si metes tus manos al bolsillo también lo verás, ya que la figura del rey aparece en todas las monedas y billetes. El pueblo profesa un verdadero culto a la familia real y la considera semi-divina, lo que provoca que, a pesar de ser Tailandia una monarquía constitucional el rey tenga un poder político y social considerable. Perder el favor del rey puede hacer caer un gobierno, como sucedió algunos años atrás cuando se produjo un golpe de estado y el pueblo lo apoyó dado que tenía la venia del rey. Es tanto el culto que existen tiendas dedicadas exclusivamente a vender imágenes del rey y de la familia real. El origen de esto debe, según yo, a que Tailandia jamás fue colonizado por potencia occidental alguna (aunque sí recibió influencia) en buena medida gracias a las maniobras políticas de los monarcas de la dinastía Chakri. Mientras sus vecinos se transformaban en meras colonias inglesas o francesas, los tailandeses siguieron siendo una nación independiente, cosa que hasta el día de hoy los llena de orgullo.
Imágenes como ésta, el rey saludando a su pueblo, son comúnes en las calles de Tailandia.
Esto es importante a la hora de viajar por tierras tailandesas. Famoso es el caso del turista suizo que en medio de una borrachera se le ocurrió pintarle bigotes a una imagen real. El resultado: 10 años de cárcel (aunque fue perdonado). Criticar a la monarquía tiene una pena máxima de 15 años de cárcel, así que es mejor tratar con respeto las infinitas imágenes del rey y alabarlo cuando se habla con los tailandeses, así se evitan problemas mayores. Y como la imagen del rey aparece en los billetes, es mejor no tenerlos arrugados ni sucios si se quiere evitar miradas de reprobación por parte de los tailandeses. Porque el dinero es tema: cuando se compra se debe pasar el dinero con las dos manos, y sonriendo, de lo contrario puede entenderse como un signo de desprecio. Y por supuesto, saludar y dar gracias en tai siempre será bienvenido y ayuda a tener un buen recibimiento por parte de los siempre sonrientes tailandeses. Sawadee-krab (para los hombres) y sawadee-ka (si quien lo dice es mujer) son los saludos corrientes en el país, así como jhop kum krab y jhop kum ka son las formas de decir gracias (para hombres y mujeres, respectivamente).
Como pueden darse cuenta, las normas de protocolo son un tanto diferentes a las que uno está acostumbrado, y es de suma importancia tratar de aprender algunas de ellas antes de viajar para tener un pasar mejor en el país. Los tailandeses me parecieron gente bastante amable que sonríe permanentemente, aunque como en casi todos los países asiáticos la sonrisa no significa necesariamente que estén felices. La sonrisa es una forma de ocultar las verdaderas emociones que siente la persona, ya que manifestarla puede significar una pérdida de “face”, o sea, la posición que tiene esa persona con respecto a los demás, o la forma cómo los demás te ven en cuanto a respeto y prestigio. La palabra face es de idioma inglés y significa prestigio o apariencia, y es la que comúnmente se utiliza para describir esta forma de encarar las relaciones personales. Perder face es algo que siempre se querrá evitar, y las emociones expresadas libremente pueden acarrear una pérdida del equilibrio en las relaciones interpersonales y la pérdida de prestigio. Esto se traduce a que alguien puede estar enojado contigo pero te seguirá sonriendo, todo para mantener el equilibrio social y evitar la pérdida del mentado face.
Muchas de estas formas de encarar la vida pueden resultar un tanto inexplicables o difíciles de entender para un latinoamericano, por lo que es mejor tener sensibilidad y tenerlas presentes a cada momento. Hay que dejar algunos de nuestros esquemas mentales y abrir la mente, aceptando que ya no estamos actuando bajo parámetros judeo-cristianos sino budistas, donde el significado de la existencia es diferente. Y bueno, también te das cuenta de eso cuando te topas con un calendario y ves que estás en el año 2552 y no en el 2009.
Pero es hora de dejar estos desvaríos interculturales y seguir la marcha. Una de las cosas que caracterizan a Bangkok es que está surcado por el río Chao Phraya y por múltiples canales, transformándose los paseos en bote por la ciudad en uno de los imperdibles que cualquier viajero/turista debe realizar. Y hacia allá encamino mis pasos, a tomar un bote en un canal medio maloliente, pero ese relato mejor lo dejo para la próxima ocasión.