domingo, 1 de noviembre de 2009

Bangkok 3

Si uno lanzase la hipótesis de que los países son como sus embajadas, al contemplar la embajada de Myanmar en Bangkok uno podría hasta cierto punto validarla, pero eso sería adelantarme un par de semanas de viaje. Sólo diré que el piso era pegajoso, había que llenar un par de burocráticos papeles, los baños eran un asco y uno que otro turista estaba en lo mismo que uno, pagando y haciendo la fila para obtener la mentada visa. Lo bueno es que entre conversa y conversa salieron datos que sirvieron para el resto del viaje.

La entrada pasada hablé algo sobre el rey de Tailandia y sobre cómo los tailandeses profesan un culto alrededor de él. Y bueno, si es alguien tan importante y distinguido debe tener un palacio acorde con su posición, así que hacia allá dirigimos nuestros pasos. Tomamos un bote, nos bajamos en una de las estaciones que daba a un pequeño mercado repleto de cosas deshidratadas y nos encontramos con unas inmensas murallas: el Prha Borom Maha Ratcha Wang, mejor conocido como Grand Palace, residencia tradicional de los reyes tailandeses. Hay que tener cuidado ya que son famosas las estafas a turistas en este lugar, estafas realizadas principalemente por los choferes de tuk-tuk que "gentilmente" te compran la entrada para terminar quizás en que tienda de souvenirs o simplemente desaparecen con tu dinero, lo cual es fácilemente evitable entrando por la entrada principal, la cual es bastante más grande que las entradas "pequeñas". Y ahí estaba yo poniéndome unos pantalones calurosos y ridículos porque está prohibido entrar con pantalones cortos. Describir el palacio es bastante complicado: está lleno de estatuas enormes, pagodas recubiertas de oro, templos, un buda de jade verde, murales, etc. A pesar del fuerte calor ( y mis pantalones) pude recorrerlo completo incluyendo Phra Siti Rattana Chedi (pagoda cubierta de oro), Prasat Phra Thap Bidon (palacio de la coronación, con su trono de oro) y Chakri Mahaprasat Hall. Con razón, un par de meses después, contemplando el palacio de Buckingham en Londres lo encontré sin gracia, porque este sí que es un Grand Palace.
Nuestra segunda visita cultural del día fue el enorme Buda recostado, como no de oro con pies de madreperla.....realmente enorme. El calor y el hambre ya estaban haciendo estragos (el tentenpié de anticucho de cerdo ya era historia) así que comimos en un carrito en la calle una arroz delicioso. Es que la comida tai es tema aparte: es increíble como mezclan sabores, uno es capaz de sentir el sabor picante, agridulce y salado perfectamente en un bocado, ningún sabor enmascara a otro y se mezclan de forma mágica en la boca; la comida es algo importante y la gente la prepara con dedicación y cariño, aunque sea en un humilde carrito callejero.






De vuelta en Khao San para ver los pasajes a Siem Riep, y de ahí a ver otro de los imperdibles de Bangkok: Muai Thai, conocido como boxeo tailandés o kick boxing, pasión de los tailandeses y un espectáculo que de verdad hay que ver. Más que por las peleas (me hubiera sentido estafado dado el precio de las entradas para extranjeros) lo que rodea al espectáculo es lo interesante. Primero los peleadores salen al ring, uno con pantaloncillos color rojo, el otro de color azul. Realizan todo un ritual, rezan con un collar de flores en su cuello, dan vueltas en círculos muy concentrados, se arrodillan, todo mientras una pequeña banda toca música tradicional lo que da un toque místico al asunto. Suena la campanilla, primer round de cinco, se mueven, se estudian, un golpe loco por ahí, una patada por allá, el público en silencio observa. Fin del primer round, un descanso, empieza el segundo y ahora hay más golpes y movimientos. El público empieza a levantarse de su asiento. Fin de segundo round y el gimnasio estalla: todos se paran, gritan y hacen raros movimientos con sus manos, es la hora de apostar y todos buscan con quién. Algunos pasan con billetes en su mano llamandose mutuamente y moviendo sus dedos, hablando por celular y gritando quizás que cosa. Llegamos al último round, es hora de pagar las apuestas y los peleadores, delgados pero ágiles y musculosos se saludan y se van conversando a pesar de las patadas a la cara y los puñetes recibidos.

Y así hasta que nos aburrimos a la sexta pelea (memorable, un chico que parecía tener todas las de perder entregó un huracán de golpes de puños a su flaco y alto contrincante, ídolo) y regresamos al hotel ya que al día siguiente nos embarcábamos en otro de los imperdibles de Bangkok: los mercados flotantes.

(Fotos del Muai Thai no tengo lamentablemente, se me acabó la batería justo !!!)

4 comentarios:

  1. saludos amigo..
    un abrazote a la distancia.. muy entrete todo lo cuentas.

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  2. ja ja un abracito entonces... yo soy de santiago... oriundo y moribundo parece... pero tu viña... vas a parecer otaku... tengo la ventaja porque tu ya no eres el roboc
    welcome!!

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. El boca a boca es de lo mejor cuando se turistea de modo más libre...aunque tiene sus riesgos de opciones.

    Un Buda de jade verde...chuata; no sé, me pregunto qué pensará Buda acerca de tanto lujo en sus representaciones. Y lata que no hayan fotos del Muai Thai...aunque me dio la impresión, por tus palabras, que es demasiado espectáculo hasta en los rounds de estudio (todo para dar espacio a los apostadores).

    Estaremos esperando por Bangkok 4. Saludos afectuosos, de corazón.

    P.D.: Ahora sí quedó bien editado...sorry.

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