sábado, 7 de noviembre de 2009

Bangkok 4

Bangkok está atravesada por múltiples canales que le dieron el apelativo de "Venecia del este", por donde surcan botes de diversos tamaños. Y uno de los usos más llamativos que le dan a los canales es el de ocuparlos para vender productos de diferente índole formando pintorescos y coloridos mercados que son un imperdible de la ciudad. Y para allá se dirijieron mis pasos, en busca de los mercados flotantes. Luego de una hora y media de bus pudimos llegar a Damnoen Saduk, uno de los mercados flotantes más conocidos de la ciudad. Nuestro bus nos dejó afuera de unas casas a las que había que hacer ingreso para llegar a uno de los canales, donde una señora dirijía el largo y angosto bote camino al mercado, pasando por fuera de las casas del poblado y observando las atividades cotidianas de sus habitantes: lavando ropa, cocinando, conversando con los vecinos, etc. Luego de un par de vueltas por los canales se hace ingreso al corazón del mercado, un lugar repleto de botes de diferente embergadura todos, completamente todos, repletos de turistas.

Escenas del mercado flotante: locatarios y la nuestra señora conductora del bote.

Un poco de desazón sentí al ver un mercado en teoría tan típico pero al mismo tiempo tan hecho a la medida del turista. Decenas de botes se nos acercaban a ofrecernos frutas, artesanías o souvenirs de diversos precios; en otros, parrillas y cocinillas ad-hoc preparaban diversos manjares. En las orillas otras tiendas ofrecían sus productos o algunos snacks y bebestibles para campear el fuerte sol que nos golpeaba.


El mercado es bonito, a pesar de las hordas de turistas, es un momento grato el observar todo el barullo sentado en tu bote vanvaleándose suavemente al comás de las olitas que formaban los otros botes, sacando las mismas fotos que tu has sacado y comprando, al igual que tu, algunas rodajas de dulce mango. Es hora de recorrer el mercado a pie, a sentir un poco más de cerca el lugar.


Hace mucho tiempo atrás hablé del durian. Si, ese mismo con el que me encontré anteriormente en Singapur, Malasia o Tailandia y del que siempre dije: mi destino es comerte. Y el destino golpeó la puerta al pasar por un puesto de frutas. Sentí su fuerte olor, su forma redondeada con puntas siendo ofrecido y consumido por los tailandeses como si de una de nuestras suaves uvas se tratase. Respiré profundo, le paso la cámara a Jose para que inmortalizara este momento, compro un trozo de pulpa blanca y maloliente y con un tenedorcito de plástico saco un bocado.......
Si el durian huele mal, definitivamente sabe peor. Su pulpa blanquecina es pastosa, el olor se incrementa y definitivamente sabe a algo en descomposición. Mi cara se arruga y apenas puedo tragar, pero ya estoy en esto, saco otro bocado más mientras algunos locatarios no pueden contener su risa al ver a este extranjero tragando a duras penas algo que ellos consideran un manjar. Jose decide probar un poco y su reacción fue la misma: asco. Boto lo que queda de durian y solo me queda decir: lo hice, comí durian, primera y última vez.

No quise colocar mi expresión post-durian........ acá armándome de valor.

Menos mal que me pasaron un rambután para pasar el sabor descompuesto del durian. El rambután es un fruto popular en sudeste asiático, tiene una cáscara dura color rojo con pelos, pero es fácil de pelar y dentro es como una gran uva, fresca y dulce. Continuamos nuestro camino hasta encontrarnos con una simpática y sonriente anciana que sobre un bote ofrece unas masas rellenas con pescado, ¡¡¡ delicioso!!!! Ni idea de que era en realidad, pero rico estaba.

La señora de las masitas de pescado envueltas en hojas.

Partimos de regreso a Bangkok, a retirar nuestras ansiadas visas a Myanmar. Caminamos por los barrios de Silom y Patong, y ya es el turno de conocer China Town. ¿Porqué Santiago no tendrá un Chinatown? siempre han sido lugares donde se ven cosas sorprendentes, muchísima actividad comercial, y magníficos olores de comida, lugares imperdibles en casi todas las ciudades por mi recorridas en estos meses. En el caso de Bangkok está ubicado en el barrio de Yawarat y consta de una calle principal rodeada de muchos pequeños pasajes donde se vende ropa, telas, comida, té, especias , incienso, ofrendas, muñecos de Doraemon y cosas así. En las esquinas destacan tiendas de joyerías, principalmente oro. Y claro está, las carnicerías con sus animales colgando a la intemperie sin ningún tipo de cadena de frío. Empieza a oscurecer y nos dirijimos, luego de mi insistencia de todos los días, a la esquina de Surawong Rd con Patpong: el barrio rojo.
Las guías de turismo indican que existen múltiples barrios rojos en Bangkok. Como he explicado anteriormente, la prostitución no es algo mal visto en Tailandia, sino como una forma normal de salir de la pobreza especialmente para jóvenes venidas desde pequelas aldeas del interior. Esto se remonta a la práctica de la poligamia, recién derogada a principios del siglo XX y al carácter relajado de los tailandeses en ese sentido. También es importante cosiderar que la mayoría de los clientes son tailandeses y no occidentales, a pesar de que muchos de ellos se dedican a buscar amante, novia o incluso esposa a este país. Y este barrio rojo es uno considerado "para turistas", con espectáculos eróticos donde resalta a todas luces el "ping-pong show", espectáculo erótico cuya descripción se la dejaré a su imaginación. Para bien o para mal mis amigos hicieron presión sicológoca para no entrar a ninguno de los locales así que me perdí de otro imperdible de la ciudad (pero otros amigos, en otra ocación si entraron, y por eso sé de que se tratan los shows, es en serio, no miento!!!).

Chinatown

Última noche en Bangkok, adiós Hostal Udee. Tempranísimo tomamos un roñoso y destartalado bus para nuestra próxima aventura: llegar a Siem Riep, Cambodia, por tierra.

2 comentarios:

  1. Han de ser lo suficientemente anchos los canales para desarrollar mercados flotantes, ¿no? Y acerca del Durian...pues te tentaste demasiado; el Rambután parece una mezcla de kiwi con uva, jajaja.

    Por qué Santiago no tiene un China Town...porque está muy disperso. Los restaurantes de comida china se afincaron por mucho tiempo en calle Ricardo Cumming mientras los objetos de arte han tenido su espacio en calle San Antonio y en el Mall Chino de San Diego con Alonso de Ovalle.

    ¿Y la Calle Bandera? Bueno, se le llamó Barrio Chino en tiempos de antaño...pero la abundancia de prostíbulos y la convivencia peligrosa hicieron que esa denominación se volviera negativa y peyorativa.

    Muñecos de Doraemon...tiempos globales. Saludos afectuosos, de corazón.

    ResponderEliminar
  2. que odisea... y comer cosas que no sabes lo que pueden ser, pero si los demas lo hacen y estan vivos es una buena señal.

    ResponderEliminar