sábado, 25 de julio de 2009

University of Queensland


Última semana en Brisbane y ya solo me queda entregar un trabajo y dar un último examen. Después de eso me retiro de sus aulas, bibliotecas y jardines. Lástima que no estaré en octubre para graduarme y ver los jacarandás florecidos tiñiendo todo de color lila mientras alumnos de diferentes procedencias caminan, ríen y estudian en cada uno de sus rincones.

La Univesity of Queensland es la universidad más grande el estado de Queensland, tiene unos 40.000 alumnos de los cuales unos 7.000 son "overseas students" como yo, o sea, alumnos extranjeros que vienen a realizar estudios de pre y post grado. Además, hay cientos de alumnos en el Instituo de Idiomas, donde personas de todo el mundo aprenden y mejoran su inglés. La mayoría de los alumnos extranjeros son chinos, taiwaneses o indios. Una cantidad no despreciable proviene de Malasia, Indonesia y Corea. Los latinos son minoría dentro de la minoría, y los chilenos están principalmente en las escuelas de minería y geología, y en el anteriormente señalado instituto de idiomas.


La universidad es una de las 5 mejores universidades de Australia, y rankeada dentro de las 100 mejores del mundo según varias publicaciones. Cuenta con tres campus: St. Lucia, Gatton e Ipswich. Yo solo conocí St. Lucia, dado que la Business, Economics and Law Faculty donde realicé mis estudios está ubicada ahí, junto con varias otras facultades además de la cancillería y las principales bibliotecas y servicios.
Justificar a ambos lados
St. Lucia es un microcosmos, donde se observa una diversidad sorprendente. No es raro ver en cosa de pocos minutos chicas aussies con apretada y diminuta ropa, mujeres islámicas a las cual con suerte se le ven los ojos, grupos de chinos hablando y comiendo noodles mientras un monje budista pasa tranquilamente en dirección quizás donde. Las bicicletas se amontonan en los estacionamientos y los buses llegan a los paraderos que están al interior de la univesidad cargados de esudiantes, o en la estación de Citycat alguien espera que llegue el catamarán mientras lee algún libro. Las canchas, piscinas y gimnasios son ampliamente usados por los estudiantes. Sucursales de bancos, farmacias, museos, cine, post office, agencias de viajes, librerías y hasta una peluquería se pueden encontrar en su interior. Varios cafés y restoranes lanzan sabrosos aromas al aire y crean momentos de tranquilidad y relajo en medio del quehacer académico.

Los días miércoles son "market day" lo que significa que desde las 8 am se instalan diversos puestos de ropa, lentes, cachureos, libros usados, plantas o artesanías. Mis amigos Tania y Pancho lograron obtener un permiso para instalarse con un pequeño puesto de artesanías que le ayudaban a mejorar el presupuesto. Esos días además es común ver jóvenes socialistas repartiendo panfletos apoyando la causa palestina o el chavismo, activistas ecológicos o pro derechos humanos o aborígenes junto a miembros de algún club vendiendo salchichas para juntar fondos. Al frente del Subway y de la pizzería no faltaba el cantante que armado de una guitarra y amplificadores hacía más grata la hora del almuerzo.


Lamentablemente todo esto lo dejaré atrás. Ayer, mientras compartíamos algunos tragos junto a los amigos en la casa de Cristián y luego en el RE Hotel que está a una cuadra de mi edificio lo mucho que extrañaríamos la ciudad y la universidad, lo bueno que ha sido la experiencia y que puede que la calidad de vida que hemos tenido acá no la volvamos a tener. Pero todo tiene que acabar en algún momento y ya es hora de terminar esta etapa y parte de esta aventura. ¿Que me viene ahora? Esta semana de locos dejar muchas cosas terminadas y cerradas, preparar maletas y viajar durante un mes por el sudeste asiático. Esto significa que probablemente durante agosto mi actividad en internet y específicamente en el blog disminuya posiblemente a cero dado que estaré errante, sin residencia fija y por lo tanto sin conexión con el mundo. Pero no se preocupen, dentro de las cosas que llevaré estarán un lápiz y una pequeña libreta donde tomaré apuntes de lo que vea y sienta, para luego transmitírselos a ustedes cuando regrese a Australia la primera semana de septiembre. Espero tener ahí tiempo para escribir algo antes de iniciar la "última patita" del viaje: Melbourne-Bangalore-Shanghai-Beijing-Tokio-Londres-Madrid-Santiago.

martes, 21 de julio de 2009

Brisbane

Ayer caminaba por la Bicentennial Pathway mientras los ciclistas me hacían el quite, aprovechando la tibia tarde que el invierno de Brisbane me regalaba. Caminaba solitario mientras el cielo se oscurecía y las luces de los rascacielos de la CBD empezaban a alumbrar el cielo a medida que me acercaba a ellos. Sentía las máquinas trabajando en el río mientras el CityCat bajaba su velocidad y pensaba que será una lástima que no alcance a ver terminado el Kurilpa Bridge, ese raro puente colgante que cruza el río y que será, según veo, solo para ciclistas y peatones. Ya divisaba las luces del Treasure Casino y ya era hora de regresar, había caminado varios kilómetros y me estómago empezaba a gruñir exigiendo alimento.

Trasure Casino (foto tomada otro día) y la multiculturalidad presente en Queen St.

Y mientras caminaba de regreso pensaba que podría ser la última vez en ver todo eso. Me quedan menos de dos semanas para terminar mi vida en Brisbane y pensaba lo rápido que ha pasado todo este tiempo, desde que llegué un caluroso y húmedo primero de enero, un tanto desilucionado de lo que veía, hasta ahora, ya acostumbrado al ritmo de vida de esta ciudad. ¿Algún día volveré? pensaba, uno nunca sabe, si alguien me hubiese dicho un año y medio atrás que estaría embarcado en esta aventura me hubiese reído en su cara. Pero acá estoy, acabando mis estudios y despidiéndome de la realidad que me ha acompañado por todos estos meses. ¿Volveré? No lo sé, al final uno nunca sabe donde lo lleva la vida.

Toowong Village y Edgwaters Units, el edificio donde he vivido todos estos meses.

Por lo menos tengo la certeza de donde estaré en agosto, si es que todo sale como está planeado. Dado que tengo libre todo este mes esperando el inicio del study tour en septiembre (si, seguiré viajando) y en Brisbane me quedo sin techo ni abrigo, es que me largo a Bangkok por un tiempo. Bueno, Bangkok será solo una escala, por que si estás ahí sería un crimen no ir a Angkor Wat, en Cambodia. Pero claro, para llegar allá hay que pasar a Pnom Phen, y si estás ahí no cuesta nada llegar a Ho Chi Mihn City, en Vietnam. Y si ya estás en el sur de Vietnam porque no ir al norte y conocer Hanoi. Y si estás en Hanoi, cruzar la fronterra y llegar a Laos no es descabellado. Y bueno, ahí se te acaba el tiempo y hay que regresar a Australia para empezar un nuevo viaje.......

No es mi afán sacar "pica" o algo así. Durante años veía con cierta envidia a la gente que contaba sus historias en lugares lejanos, lugares que veía sólo en Discovery Channel y soñaba con visitar, tocar y oler. Y estando tan cerca, con tiempo y con algo de dinero en el banco, ¿porqué no? ¿por qué no cumplir no cumplir esos sueños que desde la infancia me invade, ver el atardecer en Angkor, recorrer el Mekong, comer bichos asados en Hanoi? Si antes estaba atraído por la cultura asiática, ahora tengo ganas de abarcarlo todo, abarcar lo inabarcable con parajes, gente, sonrisas y comida incluída. Un bicho viajero a crecido en mí, de ir a lugares hermosos y no muy conocidos. El mundo se hace pequeño pero aún existen rincones, muchos rincones por conocer y descubrir, siempre y cuando cuente con el dinero y tiempo para hacerlo....¿Y si busco un trabajo donde haya que viajar mucho? O mejor, ¿y si me pongo a trabajar en China y me caso con una china? Ya me puse a fantasiar.......

El proceso de desarmar la vida en Brisbane ya se inició. Casi sin querer la fiel bici que me acompañó todos estos meses como mi principal medio de transporte desapareció para no volverla a ver más. Iba en camino a hablar con el viejo hippie de la bikeshop que está en UQ cuando me encuentro con mi amiga Mila hablando con un tipo, tipo que resultó ser un abogado chileno quien hace poco había llegado a estudiar a Brisbane como parte de las Becas Bicentenario. Mila había puesto su femenina bici a la venta y conté que vendía la mía. ¿Y cómo es? me dice. Bueno, espérame cinco minutos y te la traigo. Voy hasta el estacionamiento de la Social Science Library y en el camino me encuentro con una pareja de chilenos (¿invasión?) tratando de inscribir ramos. Bueno, le digo, ésta es - a ver, y a cuanto? Solo A$300, a mi me costó A$500, una ganga. OK me dice y saca los 300 backs de la billetera y eso sería, se va pedaleando y yo me quedo a pie nuevamente.

Mi cleta......te extrañaré !!!!!

Siento un golpe en la espalda, es Chris, amigo que mañana se gradúa y regresa a su natal China junto con sus orgullosos padres. Le recuerdo que estaré en Beijing en octubre y bueno, el vive a 100 kms de Beijing........podrán suponer para donde va la cosa, guía local asegurado. Voy con Mila a juntarme con el resto de mis chilean classmates a retirar nuestros pasaportes a la empresa que le hace outsourcing al consulado de India: mi visa está lista. Mañana a sacar la visa a China. Mi pasaporte se llena de timbres y visas poco a poco. Comemos en un restorán japonés en Fortitute Valley (comida japonesa, no sushi), caminamos por China Town viendo sus boutiques de ropa alternativa y tiendas de diseño. La tarde se va y tengo que estudiar, nuevamente la tarde está tibia. Parece que el invierno se retira de Brisbane.

lunes, 13 de julio de 2009

Kuala Lumpur: última parada (por ahora......)


Petronas Twin Towers

Dejamos las paradisíacas playas de Phuket y Phi Phi atrás, con sus maravillosos colores y sabores, además de sus relajadas playas. Ahora llegamos a nuestra última escala de estas vacaciones: Kuala Lumpur, capital de Malasia. Lo primero que uno busca mientras el shuttle nos acerca a la ciudad son las famosísimas Petronas Twin Towers, una de las construcciones más altas del mundo. Pronto empezamos a divisar rascacielos y finalmente las famosas torres recortándose sobre el horizonte de forma imponente. Las torres fueron construidas para decirle al mundo que Malasia no era ya un país pobre, sino un país industrializado y con peso en el Asia-Pacífico. Y vaya que lo hicieron, porque uno se forja la imagen de un país con fuerte crecimiento económico y con estándares de vida altos. Pero antes de disfrutar todo esto habia que buscar un hotel donde alojarnos.

Palacios y edificios de estilo árabe.

En medio del frenesí de Central Station ubicamos una oficina de turismo donde nos hicieron el contacto con un hotel ubicado en China Town que era bueno, bonito y barato. También nos contactaron con un taxista para que nos dejara a sus puertas. Confiados empezamos a dar vueltas por la ciudad, viendo mezquitas y altos edificios con diseño islámico, un gran frenesí de vehículos y letreros en malayo, chino, árabe o nepalés. Después de que el taxista se perdiera llegamos a nuestro hotel.....del terror. Desilución al ver tan feo lugar y peor aún cuando nos percatamos que el taxista nos cobró el doble. Después de un par de chuchadas mentales a la oficina de turismo nos encaminamos a recorrer uno de los atractivos de la ciudad: las Batu Caves.
Ubicado a las afueras de la ciudad, este templo hinduista te da la bienvenida con una enorme estatua dorada de Munga, un dios que debe ser muy poderoso como para que le hagan una estatua tan grande. A sus pies un grupo de tamiles realiza una ceremonia religiosa rodeada de esas tan extrañas figuras de las deidades hinduistas: seres de múltiples brazos o de piel azul, con cabezas de animales como el infaltable Ganesha o un barriga y bigotín. Siempre me han perturbado esas imágenes, son al mismo tiempo tan reales y tan, por así decirlo, alienígenas. Para entrar a las cuevas hay que subir muchos escalones y finalmente uno ingresa a ellas, con pequeños templos en los rincones y más figuras. Desde las cuevas se divisa la ciudad, destacándose las ya señaladas Petronas y la Menara KL, la cuarta torre comunicacional más alta del mundo.

Estatua del dios Munga, Batu Caves.

Volvemos a la ciudad por metro hasta las mismísimas Petronas, imponentes en su tamaño y arquitectura. Está oscureciendo y las torres se iluminan de manera espectacular, resaltándo aún más. Tomamos un monorriel para dirigirnos a la calle Bintang, sector comercial con malls de lujo donde comimos algo en un food garden. Ya sé que dirán "pero como va a comer a un mall estando en un país tan distinto donde puede comer cuanta cosa rara". Pero es que los patios de comida son bastante diferentes que en Chile, ya que ofrecen comida de toda Asia, desde Indonesia hasta Japón y Mongolia, en cantidades contundentes y a precios más que módicos: por un poco más de dos mil pesos chilenos pude degustar un "omelette thai" con ostras. Delicioso. Volvemos a nuestro hotel del terror sin antes dar una vuelta por el mercado de China Town, desordenado y estrecho pero fascinante, especialmente por las excelentes falsificaciones que venden, ¡¡¡ hasta con caja original te venden las zapatillas Adidas falsificadas !!!


Petronas Towers de noche y vista desde el Menara KL. En primer plano, los viajeros patiperros.

Segundo día en KL y optamos por pagar un servicio de bus que recorre distintos puntos de la ciudad. La gracia es que pasan cada 20 minutos app. y uno se baja y se sube cuantas veces quiera durante el día. Visitamos varios sectores con jardines de orquídeas e ibiscos (flor nacional de Malasia), varias mezquitas y palacios gubernamentales y reales (Malasia es una monarquía constitucional donde los sultanes se reúnen cada 5 años a votar quien será el rey por ese período). Tratamos de subir a las Petronas pero las entradas estaban agotadas, así que nos fuimos al Menara KL a ver a la ciudad desde las alturas, para luego seguir recorriendo la ciudad. Entre medio, y bajo la insistencia e incluso amenaza de mis compañeros de travesía pasé a una peluquería a cortarme el pelo. La malaya que me atiende me pasa un libro con fotos, muchas fotos de chinos con extraños peinados y me pide que elija uno. Opto por casi raparme y dejar mis orejas al descubierto. Ahora, de vuelta a las Petronas, el día se nos va y mañana ya tenemos que volver a Brisbane. Pasamos al acuario donde me encontré con el típico chileno patiperro (una araña pollito) y fuimos al cine de las , únicos no malayos entre el público (película en inglés, con subtítulos en chino y malayo).


Leyendo The Clinic junto a un guardia de la residencia real. Menara KL. Vista del centro de la ciudad y yo pelado en el Acquarium, viendo pecesitos de colores.

¿Y ahora? Volver a estudiar por un par de semanas, preparar trabajos y exámenes por última vez para UQ. Cerrar cuentas, preparar maletas, despedirse. El 1 de Agosto dejo esta maravillosa ciudad y me largo, ¿Dónde?.......ya lo sabrán a su debido tiempo.

viernes, 10 de julio de 2009

Phuket & Phi Phi: The Peep Show







Atrás quedaba Singapur y desde la ventana del avión una isla de extraña forma se divisaba desde lo alto: era Phi Phi Don, la mayor y más conocida de las islas Phi Phi. Pero antes de ir hacia allá había que llegar hasta Phuket, otra isla ubicada en el sur de Tailandia y reconocida mundialmente como un paraíso turístico.



Cuando uno nombra estos dos lugares inmediatamente se le vienen a la cabeza solitarias playas paradisíacas rodeadas de selvas y con extrañas formaciones rocosas, todo virgen y único, exótico como película de James Bond. Algo hay de eso, pero el mito de desmorona rápido al ver a las hordas de turistas que, con una u otra motivación, caminan, compran, beben o fornican en este lugar. Sí, las playas son maravillosas, como la de Kata, existe una isla llamada “James Bond”, pero la imagen de postal de una playa increíble solo para ti se desvanece rápidamente al ver el enorme hotel Hilton, los McDonalds y Starbucks en las esquinas, los SevenEleven medio ocultos entre montañas de ropa excelentemente falsificada. Centenares de "tuk tuks" tocan sus bocinas mientras restoranes, cocinerías y carritos motorizados hacen surgir olores indescriptibles y sabrosos. Los vendedores indios de trajes insisten e insisten en su cruzada de cazar algún cliente en las estrechas calles y mercados de Patong, lugar donde estábamos y donde se concentra la actividad turística de la isla.



Caso aparte es la calle principal de Patong, la cual la cierran para tránsito peatonal y así las prostitutas y travestis puedan hacer su trabajo tranquilo. Muchos de los bares son atendidos por hermosas jóvenes tai y por "ladiesboys" en diminutas minifaldas bailando arriba de los caños e invitando a los turistas a compartir un rato con ellas. Nunca había visto tal cantidad de prostitutas como en esa cuadra y media, caminando solitarias o de la mano de algún gringo sesentón o algún aussie de aspecto surfista. Tailandia es un país bastante tolerante con la prostitución y nadie hace escándalo por eso. Las jóvenes Tai son bastante hermosas, con una femeneidad exótica y misteriosa que llama la atención. No, no piensen que yo también andaba de la manito por las calles de Patong, estaba con mis amigos y amigas recorriendo y observando todo esto mientras nos ofrecían shows eróticos en las calles y discutíamos donde comeríamos algo de la maravillosa comida Tai.



Tomamos temprano un barco hacia Phi Phi donde conversamos con un indio casado con egipcia que trabajan en Kuwait. En Monkey Beach hicimos snorkeling observando una gran variedad de peces y corales. Al llegar a la arena comprende uno el nombre del lugar, con varios monos robándoles las cosas a los turistas o comiéndose su basura. Seguimos el camino hasta llegar al paradisíaco y caluroso Phi Phi Don, lugar donde nos quedamos una noche para conocerlo mejor. Un pequeño pueblo de estrechas callejuelas se levantó luego de que el tsunami de hace algunos años arrasara con casas y vidas. Pequeños bares y restoranes, tiendas de artesanías y bicicletas tocando sus bocinas para no atropellar a nadie animan la vida del lugar.



Y la playa. Sí, la misma, la mítica playa de la película. Hermosa, tranquila como una piscina, con agua casi caliente y de un color turquesa exquisito. Una portada natural rocosa da hacia el océano, dando la sensación de estar protegido del exterior, de un submundo donde todo es tomar sol, bucear y ver peces de colores. Hace calor, mucho calor y la temperatura del mar no ayuda. Pero el lugar es tan paradisíaco, tan azul el cielo y tan tranquilo todo que uno se olvida de esos pormenores y se preocupa más de disfrutar el paisaje y ver a las hermosas jóvenes aussies o europeas que toman sol en pequeños bikinis. Y mejor aún es la playa en la mañana, sin turistas que enturbien el agua ni tapen la vista. Es la oportunidad de arrendar un kayak y remar hasta una pequeña playa medio escondida en medio de las rocas y el bosque donde solo se accede por mar. Y llegamos y sonreímos a pesar de la basura existente y de la radiación solar que nos golpea con firmeza. Sonreímos de estar en un lugar donde sólo soñamos con ver alguna vez y que nos parecía lejana y exótica, pero ahí estamos, chapoteando en el agua y sacándonos fotos, porque ahí en medio de la nada y de todo se nos olvida el mundo exterior y solo nos preocupa flotar, flotar en el mar turquesa.




lunes, 6 de julio de 2009

Singapur


Singapur desde el Singapure Flyier

Estar en el metro de Singapur es como introducirse a una película de ciencia ficción. Pulcro y ordenado, en el centro se transforma en una verdadera ciudad subterránea de varios niveles. Cientos de cámaras te vigilan los pasos y la lista de prohibiciones y sus correspondientes multas draconianas son transmitidas en los cuatro idiomas oficiales del país: inglés, mandarín, bahasa malaysia y tamil. En las pantallas se observan anuncios sobre qué hacer en caso de observar comportamientos sospechosos dada la alarma permanente de ataque terrorista existente. Las calles se observan impolutas y ordenadas, incluso en medio de Little India, el barrio donde nuestro hotel se ubica. Mezcla de enorme mercado al aire libre con olor a incienso y música Bollywood resonando en los rincones, Mercedes y Audis estacionados frente a sucuchos de comida malaya y china, y mujeres indias en los trajes típicos de sus pueblos. Comemos algo que no sabemos bien que es, y un chino nos invita a compartir la mesa mientras él se come una cabeza de pescado y se disculpa por no ofrecernos lo más delicioso del plato: el ojo.


Singapur es caluroso y húmedo. En el pasado fue una humilde aldea de pescadores hasta que un tal Raffles tomó posesión en nombre de la corona británica y la transformó en un puerto libre, situación que dura hasta el día de hoy y lo demuestra su enorme puerto y los cientos de embarcaciones que se pueden observar desde el Singapure Flyer, la rueda de observación más grande del mundo. Su nombre significa "Ciudad de Leones" y su símbolo es el Merlion, un león con cuerpo de pez. Multiétnico y densamente poblado, la isla donde se ubica la ciudad-estado crece año a año gracias a la arena que las islas indonesias vecinas les venden, creando un desastre ambiental y un problema político de proporciones. También es conocida como "The Fine City" debido a la larga lista de prohibiciones y multas existentes: prohibido masticar chicle, botar cualquier cosa al suelo, escupir, comer en paraderos o en el metro, no tirar la cadena en los baños públicos, y un largo etcétera. Ser sorprendido dos veces con algo de alcohol en el cuerpo sal volante se paga con semanas de cárcel, y la sodomía es un delito. El país es una democracia autoritaria, donde el People's Action Party gobierna sin contrapesos desde la independencia y cualquier crítica al gobierno es ilegal: el crecimiento económico con uno de los PIB per cápita más altos del mundo, la cohesión social entre las tres etnias mayoritarias, y el orden necesario en una isla-estado tienen su precio, y ese precio fue el renunciar a algunas libertades en orden de los objetivos anteriormente señalados.

El famoso Merlion, de día y de noche.

Entre la jungla de edificios corporativos y viviendas públicas se levantan espacios verdes como Botanic Garden, los jardines chinos y japoneses, y la isla de Sentosa, ésta última lugar de recreación donde se llega en monorriel o bus a disfrutar de la playa, deportes, música, bares, delfines y otras atracciones. Ahi los singapurenses se relajan de su agitada vida laboral. Lo contrario se observa en Orchard, calle repleta de enormes malls por ambos lados con tiendas como Coco Chanel, Tiffany's o Gucci. La gente se viste lujosamente y con estilo, especialmente los chinos, quienes no esconden su glamour y lujos. Autos deportivos surcan las calles y australianos sudorosos cargan sus compras free taxes.

Uno de los malls de calle Orchard, repletos de tiendas de lujo


Estas tres enormes torres se levantan dentro de un gigantesco complejo a un lado del puerto. Las torres estarán unidas por el techo, donde se construirá un parque.



Chinese Garden

Sin embargo, no es un lugar extremadamente caro. Comer un sucucho puede costar no más de 2 mil pesos chilenos, y en lugares hermosos como China Town con su gran mercado, su inmensa variedad de comidas en sus carritos callejeros con mesas al aire libre donde se come delicioso., con esa mezcla de olores indescriptibles que llena el aire y tus pulmones, provocando tu salivacion automática. Satisfechos y exhaustos luego de un par de largos días, caminamos los cuatro viajeros chilenos sin preocupaciones por las calles de la ciudad, cae la noche y el calor es el mismo pero nos da igual: ahí está el Merlion lanzando agua por su boca, ahí están las luces de los enormes rascacielos y de las grúas que sin parar siguen construyendo hacia el cielo, ahí camina el monje budista con un bolso GAP en la mano, allá la gente come helado de durian en un pan de molde dulce mientras regatea el último éxito de Bollywood o compra algo de algún carrito callejero mientras las cámaras omnipresentes nos observan, siempre nos observan.
Desayuno raro: masitas de arroz rellenas de poroto dulce y "carne". Como comer plasticina. Mercado de comidas, Singapur.


Calle de la Muerte, China Town. Callejuela repleta de comida callejera, que como todos sabrán, es la mejor del mundo.