martes, 22 de diciembre de 2009

Chiang Mai- Tailandia


Monumento a los Tres Reyes, Chiang Mai.

Ya estaba empezando a extrañar la mirada omnipresente de Rama IX. Nuevamente en Tailandia, es la tercera vez que entro a este país y las cosas que me sorprendieron la primera vez ya no me parecen tanto. Chiang Mai es la ciudad más grande e importante del norte de Tailandia, importante centro comercial y cultural del país y una ciudad que, a primera impresión, se nota más ordenada y limpia que las caóticas calles de Bangkok, pero también más pueblerina y menos cosmopolita. La ciudad también es conocida por las atracciones que existen a su alrededor y ser base para los grupos que viajan hasta el remoto, y a veces peligroso, triángulo dorado.
Por esas casualidades de la vida llegamos un domingo, justo el día del famosísimo Sunday Market. Luego de dejar nuestras cosas en el SK II Guesthouse caminamos algunas cuadras hasta toparnos con los locatarios que ya estaban colocando sus cosas en la calle y veredas. Estábamos en la parte antigua de la ciudad, la cual es un cuadrado rodeado por restos de una alta muralla y un foso de agua. El Sunday Market es una feria realmente enorme y diversa, donde uno es posible encontrar prácticamente de todo: una inmensa variedad de artesanías, ropa y poleras tan originales como mi estampado de "Dj Bruce Lee", deliciosa comida callejera que incluían cucarachas de 10 cms de largo y larvas de diverso tipo, etc. Son las 6 pm y el mercado ha empezado a hervir en actividad hasta que de un momento todo el mundo se detiene, el ruido desaparece en un instante y por los parlantes callejeros un himno empieza a sonar: es el himno real, que suena todos los días a las 6 pm y es escuchado con respeto por todos los ciudadanos. Luego me entero que sucede lo mismo en los cines, antes de iniciar una película suena el himno nacional y todos lo escuchan de pie. Lo mismo en la televisión, lo cual pude comprobar unos días después cuando ya de noche prendí el televisor y una canción cuyo coro decía "king of kings" resonaba mientras la pantalla mostraba diversas imágenes de la vida de Rama IX.

Sunday Market y algunos de sus "deliciosos" productos.

El market vuelve a su actividad normal, bulliciosa y sorprendente. Jóvenes se pasean abrazados, riéndose y sintiéndose seguros de si mismos como cualquier adolescente, siempre del mismo sexo ya que andar toqueteándose hombres y mujeres en público no es muy bien visto. No es que todos los jóvenes sean gays o lesbianas, pero existen ciertos pudores respecto al tema a pesar de lo relajados que son los tais en temas sexuales. Entremedio de los puestos relucen las puntas doradas de templos y pagodas que están por todos lados: Wat Chiang Man, Wat Phra Singh, Wat Suan Dok y otros más. Por ahí leo una placa conmemorativa de una visita real el año 2550 y recuerdo que estoy bajo otro calendario. Bienvenido nuevamente a Tailandia.


Diversos templos de Chiang Mai. El letrero comprueba que estuve en el futuro, incluso en la foto de abajo se puede observar un extraño rayo saliendo de la pagoda.

Luego de semanas de intenso viaje ya estabamos un poco exhaustos y a veces los ánimos se caldeaban en el grupo, cosa que se exacervaban con cosas como un viaje medio mula que consumió alguno de nuestros baths. Terminamos ese día, algunos más enojados que otros, en un lugar llamado Baan Tong Luang.

¿Se han sentido alguna vez estar dentro de un zoológico humano? Para bien o para mal, yo estuve en uno. La curiosidad ganó y entré a una villa donde, supuestamente, uno podía ver la forma de vida tradicional de una tribu de las montañas. Extrañamente, en ese lugar habían varias tribus juntas, cinco para ser exacto, como los Hmong, Lisu y Karen (o Kayan), ésta última la "guinda de la torta". Y así uno pasaba de cabaña en cabaña donde siempre sonrientes viejecillos te enseñaban a machacar unos granos, a hilar o a disparar con una flecha, siempre con sus ropajes tradicionales. Y de cabaña en cabaña era como pasar de jaula en jaula, y no podía dejar de pensar que estaba en un zoológico humano, donde estos remanentes de las tribus de las montañas exhibían su ancestral forma de vida como atracción a tontos turistas como yo. Pero, ¿cuál es la alternativa? , las montañas del norte de Tailandia son zonas peligrosas y pobres, con altos niveles de desnutrición y desamparo, y controlados por señores de la droga (si se pueden conseguir el documental "Buddha's Lost Children" tendrán una imagen de lo que hablo) y acá por lo menos viven seguros, ganan dinero y mantienen algo su cultura. Luego de pasar unos arrozales uno ingresa al "plato fuerte", a la tribu Karen y sus famosas "mujeres jirafas".

Miembros de diferentes tribus de las montañas. La niña insistía en quedarse con mi cámara.

Las mujeres ocupan pesadísimos collares con objeto de deformarles el cuerpo y hacer parecer que sus cuellos son más largos de lo normal ( en realidad aplastan los hombros). Y ahí están en unas chozas construidas ad-hoc donde hace algunas actividades diarias como hilar o criar a los hijos mientras uno las puede ver o sacarse fotos con ellas, sus largos cuellos y sus tristes sonrisas, condenadas a ser objetos en vitrinas. No dejo de sentirme mal, aunque luego, a los pies de una pequeña capilla católica, recuerdo la inscripción a la entrada y algo de la historia de la zona y me digo: frente a lo que han vivido, esto no es tan malo.

Mujeres Karen con sus "cuellos estirados".

Los Karen no son tailandeses, sino que provienen de Myanmar, específicamente en los estados de Shan y Kayah. El origen del uso de los collares proviene, según algunos, de una protección contra el ataque de tigres o para hacerlas menos apetecibles para los traficantes de esclavos birmanos. Sin embargo, al parecer solo tendría un fin estético y de estatus, además de restarles movilidad lo que hace que estén obligadas a permanecer en casa. A pesar de lo horroroso que puede ser ver a una mujer con su cuello muy estirado, varias de las muchachas poseían rostros verdaderamente hermosos. El grupo presente huyó desde Myanmar huyendo del acoso del gobierno y su política de birmanizar por completo del país a la fuerza, lo cual incluye prácticas francamente horrorosas que en mi vida pude haberme imaginado (me explayaré más sobre esto cuando relate mi visita a Myanmar). De ahí que sean cristianos, ya que odian a sus enemigos birmanos budistas. Existen varios grupos armados que tratan de protegerse del ejército birmano, como es el Ejército de Liberación Karenni y partidos como el Partido Nacional Progresista Karenni, que llevan luchando 40 años contra la agresión birmana en una guerra cruenta y despiadada. Muchos huyen al exilio en Tailandia donde no se les reconoce siempre su condición de refugiados, condenados por ende a la miseria y a la explotación. Frente a esto, el que las mujeres Karen sean exhibidas como animales no parece tan malo. Sin embargo, muchas de ellas viven abusos y bajo la constante humillación de ser tratadas como animales de circo más que como personas.

No me pueden negar que la mujer de la última foto no es una belleza, a pesar de su cuello.

Al día siguiente tomamos un tour hacia una reserva donde mantienen a un grupo de elefantes los cuales están amaestrados para hacer cosas como jugar fútbol o pintar un cuadro (cuadros que luego vendían bastante caros). El espectáculo continuaba con un paseo arriba de un elefante nuevamente y en una carreta, para después recorrer el río cuyo nombre no resgistré en una endeble balsa de juncos, almorzar rico y luego visitar un jardín de orquídeas, las cuales se dan como maleza en estos rincones del mundo.

Elefantes multiuso, pintan y transportan.

Y Tailandia quedaba nuevamente atrás con sus bellezas y contradicciones, y se iniciaba lo que considero fue la parte más hermosa y fuerte de este viaje: Myanmar.

7 comentarios:

  1. Alvaro!!!
    estas arriba de un elefante!!!
    ahora si lo hiciste todo... ( jo jo nmo creoo)

    alvaro, me encanta el chocolate, pero a lo que tenía que perder el miedo es la consencuencias de comerlo.
    como vez lo difrute y aun me queda otro el cual tengo que fotografiar...
    saludos desde
    Santiago poniente.

    T.T
    la vendieron.

    ResponderEliminar
  2. Alvaro son muy buenas, los viajes que a hechos.
    Exelente, lo que no me gusta son las curacha.
    Los resto si, y helin es una la dilla.
    Mi pais es también.

    ResponderEliminar
  3. Chuta si todavia no empieza lo que consideras la parte mas hermosa de tu bitacora de viaje, muero por saber que viene!!! (ya te conteste en blog a tu comment, no pases rabia, no vale la pena: )

    ResponderEliminar
  4. Justamente hoy me acordaba de tí por la suerte de haber hecho este viaje, ya que leí de una familia que se irían a recorrer el sudeste asiático. Con respecto a la comida me imagino que no probaste las cucarachas.

    Cariños.

    ResponderEliminar
  5. En verdad muuchas bellezas y contradicciones en este lugar, en este hervidero de actividad como lo llamaste. Imprsionante tanta diversidad. Lo del zoológico humano no lo hubiera imaginado. Las mujeres de Karen, impresionante !!! el origen de la tradición más extraño aún. Y es así, lo que para ellos es tan cotidiano anosotros nos resulta rarísimo, puro desconocimiento. Gracias por compartir tus vivencias de ese hermoso viaje
    Abrazo!

    ResponderEliminar
  6. El respeto aparente con el que se escucha el Himno Nacional...no sé, debe de ser como el chiste donde Fidel corrobora de incógnito que los cubanos veneren su imagen.

    Tendría sentido lo que dices en cuanto a que las tribus en esas cabañas mantienen su cultura y todo eso...¿pero por cuánto tiempo si sabemos que el ambiente es artificial, en cierta medida? Aunque la jaula sea de oro, no deja de ser prisión.

    Arriba del elefante, literalmente...oye, ¿no había alguno para poner de mascota en La Roja? Saludos afectuosos, de corazón.

    ResponderEliminar