lunes, 21 de diciembre de 2009

Luangprabang - Lao PDR



Sabaidee. Ésa es la palabra mágica en Lao, la que te abre a las siempre fáciles sonrisas de las personas. Sabaidee dices y todos sonríen tranquilamente, por que en ese lugar el tiempo transcurre a otra velocidad. O es posible que el tiempo ni siquiera transcurra sino que estás en un espacio atemporal, suspendido en el tiempo.

Thongbay Guesthouse es nuestra residencia, un conjunto de idílicas cabañas con vista al río Nan Khan donde terminas sin saber que día y hora es. Es caluroso y húmedo y los mosquitos hacen de las suyas en las noches, pero el ambiente es tan relajado que esas cosas no importan, los días pasan lentamente y el hecho de recostarse a ver pasar el río con sus botes y gentes mientras atardece ya es un espectáculo en sí. Y es tanto el relajo que a las 11 pm las calles de la ciudad ya están semidesiertas y solo un par de locales para extranjeros mantienen sus puertas abiertas.

Llegamos en tuk-tuk al centro de la ciudad donde las calles están repletas de vendedores que ofrecen cosas insólitas para nosotros. Mientras saco dinero de un cajero alguien me saca una foto: hacía solo minutos habían inaugurado la sucursal y era uno de los primeros clientes. Compro algunos dólares y me regalan una polera. "Tienes que usarla mañana"- me dicen-"mañana es la carrera anual de botes por el río, y esta es la polera oficial de nuestor equipo". La gente es amable, sonríe permanentemente y hablan bajito, muy bajito. Dan la impresión de ser tímidos en extremo hasta el punto de agacharse levemente cuando pasan entre dos personas que conversan. Salgo dispuesto a sorprenderme con la feria y solo pasan unos minutos para que suceda. Una amable anciana con una enorme sonrisa nos ofrece su mercancía: unos grandes escarabajos vivos. Mediante señas me enseña como abrirlos y comerlos, de lo cual me abstengo gentilmente. Pero solo metros más allá ya no pude contenerme. ¿Cómo resistirse a un buen plato de saltamontes fritos? Un pecado sería no hacerlo. Elijo el plato de los chicos y los pruebo. Ricos pero un tanto aceitosos, son un snack bastante bueno para esa calurosa mañana. Más allá, venden larvas y algo parecido a colmenas, además de zapatos y artesanías varias. Mientras bebo un jugo de aloe vera llego a la orilla del Mekong y de ahí a la calle principal de la ciudad, Sisavangvong. Personas venidas desde los alrededores vestidas con sus trajes típicos según su etnia (Lao, Hmong, Shan, Yao y otros) impregnan de colorido la calle junto con sus puestos de telas y artesanías de vívidos colores. Más allá nos encontramos con restaurantes mientras la calle está desierta: fácilmente hay 38 grados. Como un pescado de río frito francamente delicioso. Para bajar el almuerzo subimos al Phu Si, una colina con un templo en su parte superior donde es posible observar toda la ciudad, lo cual no es difícil considerando que tiene solo 40.000 habitantes.

Mercado callejero: la señora de los escarabajos, venta de larvas y los irresistibles saltamontes fritos.

Mientras recorro el templo sorprendo a un grupo de niños jugando con una batería antiaérea, en una mezcla extraña entre historia y presente. En sus inicios, Lao fue conocido como Lan Xang, "el país del millón de elefantes" y Luangprabang la capital de un imperio que se extendió por todo sudeste asiático. Pero pronto llegaron los colonialistas franceses a tomar control de la zona y el país, ya en siglo XX, quedó atrapada entre medio de las luchas independentistas y políticas que sacudieron este rincón del mundo. El Pathet Lao, la guerrilla comunista, apoyó al régimen de Vietnam del Norte y a la guerrilla del Vietcong en contra de los norteamericanos y el gobierno títere de Vietnam del Sur. El largo y estrecho territorio de Lao fue ocupado para el movimiento y aprovisionamiento de tropas. Los norteamericanos iniciarion lentonces la llamada "guerra secreta" para bombardear el denominado "sendero Ho Chi Minh": se arrojaron 260 millones de bombas de racimo en contra de la población sin distinción si eran civiles o no, lo cual transforma a Lao en el país más bombardeado de la historia en un crimen de guerra sin precedentes, con un número indeterminado de víctimas civiles indefensas. Zonas enteras del país fueron arrasadas, las montañas quedaron como queso y hasta el día de hoy los campesinos temen trabajar las tierras por temor a que una bomba sin explotar les quite la vida. Toda una cultura alrededor de las bombas se forjó, como pude ver mientras caminaba por el templo: los maceteros eran grandes casquetes de bombas. Lamentablemente, el país empezó a ser conocido como "el país del millón de prescindibles".

Phu Si. En la última foto, restos de una bomba usado como macetero.

Finalmente, el año 1975 se proclamó la Repúbica Popular de Laos (Lao PDR, nombre oficial del país. El término Laos es utilizado por los extranjeros, pero en realidad es Lao), suprimiendo la monarquía e iniciando la socialización del país, cosa que se relajó durante los ochentas imitando a los Vietnamitas, aunque sigue siendo uno de los países más pobres del mundo, con una economía cerrada, con fuerte presencia estatal, aunque miembro de la Asean.

Siguiendo el recorrido por la colina me encontré con la "wat tham phu si", una caverna con imágenes de Buda, y la "wat pha phutthabaht", ruinas donde se encuentra la "huella de Buda" (al parecer cada país tiene su huella de Buda, como semanas despúes descubrí). Bajamos de la colina para encontrarnos con un monasterio lleno de jóvenes novicios que nos miraban con picardía y despreocupadamente se cruzaban con el objetivo, supongo, de que les tomáramos fotografías. Los monjes son sumamente respetados y es normal enviar a los niños al monasterio durante una temporada o años ya que ahí reciben educación, además de forjar carácter. Hay que tratarlos con delicadeza, hablarles despacio, tratar de estar siempre al mismo o más bajo nivel, jamás por supuesto tocarles las cabezas y menos que una mujer los toque. Los dejamos atrás con sus anaranjadas vestimentas y sus tímidas miradas para entregarnos al consumo que significa un night market.

Un pequeño amigo monje y el colorido del night market.

Cansados regresamos a las cabañas. A la mañana siguiente habría que levantarse al alba para ver un espectáculo maravilloso: el Boun Khao Padabin, la ceremonia de entrega de limosnas.

5 comentarios:

  1. Estan buena la imagene los los niño, y menos los isecto, eso meda asco, y feliz Año que pase bien, en tu fiesta.

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  2. WAKALA!! que cosas te pones en la boca!!
    bueno hay cosas peores... ;P
    amigo.. que tengas un excelentisimo 2010...
    un fuerte abrazoteee

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  3. Se que pensarás que lo que más me impresionó fue los palotes fritos, pero te equivocas : ) El macetero hecho de restos de bombas me dio piel de gallina, que increible, que absurdo, que muestra mas tangible que el tiempo no existe por esas latitudes. Yo alucino con esos mercados, tipo tiendas donde casi puedo impregnarme de los olores, algun dia ire para inspirarme en una entrada de blog tan increible como las tuyas.

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  4. Cosas muy tranquilas en Lao (gracias por aclarar que "Laos" es la denominación para los extranjeros)...pero igual tiene sus momentos de euforia, si se podría llamar así. A que los saltamontes fritos se te hicieron como la peor de nuestras papas fritas en bolsa.

    ¿Jugo de aloe vera? Bah, de qué me extraño si mi mamá hace lo mismo y lo mezcla con otros zumos. ¿Y acaso Lao no era neutral en la Guerra de Vietnam o la guerrilla comunista tenía también el control del Gobierno?

    Saludos afectuosos, de corazón.

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