miércoles, 30 de diciembre de 2009

Myanmar: Yangon 2



Birmanos usando longyi caminando por la gran pagoda de Shwedagon

Una vez dejadas nuestras maletas en el hotel y depositado toda nuestra confianza y nuestros escasos dólares en las manos de Toe para que nos organice un viaje hacia Bagan e Inle Lake, éste nos lleva a almorzar a un lugar muy especial. Pasamos por fuera de la gran pagoda Shwedagon la cual luego visitaría y nos encaminamos a un pequeña calle donde entramos a un pequeño local , una verdadera "picada" con la comida con la mejor relación precio/calidad que he visto en mi vida. Lejos lo mejor de todo era un sabrosísimo estofado de cabra y un pote de maní con una especie de puré de hierbas bastante salado. Una maravilla a los sentidos, nuestra mesa quedó repleta de colores, olores, sabores y texturas nuevas para nosotros y que disfrutamos devorándolo todo.


Arriba, disfrutando de la gastronomía birmana. Abajo, imagen de la gran pagoda.

La gran pagoda Shwedagon es un enorme complejo de edificios dominado por la estupa Shwedagon Paya que con sus 100 metros de alto y completamente bañada en oro no deja indiferente a nadie. La leyenda indica que fue construida después de la muerte de Buda cuando dos hermanos llegan con ocho pelos de él como reliquia. Actualmente la estupa está rodeada de diferentes edificios y templos, todo ricamente decorado con cientos de esculturas, relieves y figuras. En la punta de la estupa un hti o corona, con diamantes y rubíes remata el conjunto.
Para entrar es obligatorio sacarse zapatos y calcetines, además de zafarse de los "guías oficiales" que gentilmente se te acercan. Digamos que ir a un baño público, en Myanmar, descalzo, es algo que podríamos considerar "una aventura", menos mal que hace calor y el contacto de la planta de mis pies con las baldosas calientes me dan una sensación de que mi piel se está esterilizando.

Pagoda Shwedagon y joven birmana rezando.

Entro y no alcanzo a maravillarme cuando suenan los truenos y se larga una lluvia de los mil demonios. Busco protección y un monje joven me hace señas y me invita a pasar a una sala abierta donde se realizan oraciones. Entramos Miguel y yo. Bueno, ese día solo estaba con él luego de que tratáramos de conseguir dólares infructuosamente en el único lugar en todo el país donde se puede utilizar una tarjeta de crédito y luego nos perdiéramos en los alrededores de la pagoda. Se nos acercan dos jóvenes quienes dicen ser estudiantes de filosofía budista, ¡suerte la mía! digo yo, por fin podré experimentar una "real buddhist experience" como corresponde, en un lugar no mancillado por la cultura occidental. Iluso. El monje y sus alumnos nos invitan a dar una vuelta siguiendo el sentido contrario a las agujas del reloj y nos explican la historia y nos hacen preguntas sobre Chile, su clima, las comidas, ¿hay budistas allá? y ese tipo de cosas. Los birmanos poco y nada saben sobre el resto del mundo y prácticamente toda su fuente de información son los pocos turistas que se arriesgan a venir por estos lares, así que recuerdo las palabras de Toe y hablo de la democracia que hay en Chile y que tenemos presidenta mujer y.....recuerdo que estoy en una dictadura, no sé con quien estoy hablando y temas como "democracia" y "Aung San Suu Kyi" puede significar que mi gentil estudiante de filosofía termine preso y/o torturado. Seguimos recorriendo, me hacen participar de algunos ritos (creo que soy budista sin darme cuenta) y finalmente me piden una "cooperación" para comprarle una nueva túnica al monje porque iba a un congreso budista a la India. Pago con dolor algunos kyat, esos largos y viejos billetes que afuera del país no vale absolutamente nada, y bueno.....luego de eso me doy cuenta de la cantidad de monjes y esudiantes de filosofía budista que dan vuelta, incluyendo a un viejito que me dijo que no confiara, que en ese país nada es lo que parece. Creo que lo más me dio pena es que los tipos en realidad eran simpáticos, no eran en lo absoluto tontos sino que eran muy curiosos, me hicieron preguntas muy interesantes, me contaron sobre su vida, de lo práctico que es usar longyi, de su interés en la filosofía, etc., y el gesto de pedir cooperación al final ensombreció algo que en un inicio pensé que era puro altruismo. Seguramente pequé de inocente, o quería creer que la gente de este país eran inmaculados. Entristecido porque sentía que la gente se acercaba a conversar solo para obtener dividendos económicos empiezo a recorrer los edificios exteriores solitariamente solo para encontrarme con Jose y Tere recorriendo la pagoda con "mis" estudiantes de filosofía.

Arriba, haciendo un ritual en el Buda que me corresponde por mi día de nacimiento. Abajo, mas escenas de la pagoda, Miguel y yo posando con nuestros amigos birmanos y una de las entradas al complejo de templos.

Advertidos del palo que se viene al final, los espero un largo rato a la salida mientras observo a los peregrinos y vendedores, creyentes y uno que otro turista (¿ese no venía en el avión con nosotros?) y la tarde se va lentamente, muy lentamente mientras el cielo se oscurece y solo brilla la estupa dorada sobre una oscura y ajetreada ciudad.


3 comentarios:

  1. Gran post, Álvaro.
    Se disfruta con el relato de tus correrías por el sudeste asiático.
    Sensacionales fotos también.
    :-)

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  2. Vaya, cada vez q te leo me dan más ganas de ir.
    Creo que cada vez somos más personas ilusas que pecamos de inocentes. Sería gen ial ir a un lugar donde todo el mundo fuera como nosotros queremos, fieles, sin intereses, sólo altruísmo.
    Un encanto tus fotos!
    Saludos!

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  3. Estofado de cabra...maní con puré de hierbas saladas; no me puedo imaginar los sabores, hay que vivirlos. Y sobre la experiencia en la Pagoda...como en todo, es una pena que el pedir colaboración empañe una experiencia potencialmente entiquecedora en lo espiritual.

    Eso del Buda por el día de nacimiento...¿cuántos hay en total? No me imagino 365, ¿o sí? Saludos afectuosos, de corazón.

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